¿De qué nos quejamos?

El Gobierno a lo suyo: "aquí no pasa nada, todo va bien, los corruptos "ya" no son del PSOE, los jueces son políticos frustrados y los medios nos persiguen. Si hace falta se saca a Franco a pasear y ya está. Sánchez en el bunker, sin atreverse a pisar la calle, hasta que sus socios se lo permitan. Y la oposición, sin enterarse. Peleas entre ellos, debates superficiales sobre quién es más de derechas y fuegos de artificio. Ni programa de reformas estructurales que necesita el país ni pactos ni ideas nuevas para conquistar lo que han perdido. Así, hay Sánchez para rato.

Este Gobierno, incapaz de aprobar el techo de gasto y los Presupuestos desde hace tres años, sobrevive y nos dice un día sí y otro también que la economía va bien, muy bien. El aumento del PIB será del 2,9 este año y 2,1 o 2,2 el que viene. Los mejores de Europa. Jugamos en la Champions, como decía Zapatero. En agosto se acaban los Fondos Europeos, un ejemplo de lamentable aprovechamiento por parte del Gobierno, pero seguirán creciendo los impuestos. Los aproximadamente 70.000 millones extras de la disparada recaudación fiscal le han permitido, le permiten, poder gobernar sin Presupuestos y la utilización torticera de los últimos que se aprobaron, le ayudan a llevar el dinero de una partida a otra con escaso respaldo constitucional. Pero eso les importa poco y no lo vigila ni denuncia nadie. Y no va a ser suficiente. Habrá que subir más los impuestos para pagar, entre otras cosas, las pensiones y las exigencias de los socios de legislatura. Hasta que no haya nada más que exprimir. O hasta que los ciudadanos se harten.

Vivienda, corrupción, pensiones, productividad baja y absentismo disparado, salarios, inflación, innovación y reformas estructurales son posiblemente los grandes problemas pendientes. Tenemos una economía ineficiente que recauda mucho y gasta más (y mal) y los ciudadanos de a pie ven cada día, porque lo sufren, que no van bien, como las grandes cifras macroeconómicas, sino mucho peor. Nuestro PIB per cápita está muy lejos del europeo. El poder adquisitivo de los españoles ha crecido un once por ciento en los últimos veinte años, la mitad que la media de la Unión Europea. ¿A quién le va bien entonces con este Gobierno? A los ricos, a las grandes empresas, a ellos y a sus socios. La desigualdad es muy elevada y hay más de cuatro millones de españoles en situación de exclusión social. Como los políticos no están a solucionar los problemas, se exacerban las tensiones, a veces de manera provocada, la esperanza de un futuro mejor para los más jóvenes es una utopía y el clima social se enrarece.

Hay muchos datos que avalan este clima: el empleo público ha crecido un 21 por ciento en los últimos diez años y, aunque casi la mitad de esos nuevos empleos son temporales, sus sueldos medios, que acaban de ser actualizados después de años de ajuste, prácticamente doblan los del sector privado. El panorama general es éste: sueldos bajos, especialmente para los jóvenes; alta temporalidad; vivienda inexistente o por las nubes -incapacidad para lograr acuerdos y construir-; persecución a los autónomos; baja productividad y alto absentismo -el gasto en bajas laborales ha creído un 223 por ciento en la última década-; un salario mínimo que casi llega ya a la media de los sueldos medios y unas cotizaciones sociales que ahogan a las pymes; un Ingreso Mínimo Vital que llega a menos de la mitad de las personas en situación de pobreza; un aumento de los impuestos, sin deflactar el IRPF, que acaban con las clases medias... Nadie es capaz de garantizar que haya otro apagón ni que otra DANA vuelva a producir daños terribles, todavía sin haber sido capaces de recuperar la normalidad. Ellos se pasan el día peleándose y buscando réditos y los ciudadanos no podemos quejarnos. ¿Cómo, de qué quejarnos si todo va bien? Es difícil avanzar cuando quienes nos gobiernan y quienes aspiran a ello son incapaces ni siquiera de dialogar pensando en los ciudadanos.

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