Castilla-La Mancha encara el invierno con un repunte de gripe y una vacunación al alza
La irrupción del frío ha activado las primeras señales del invierno epidemiológico en Castilla-La Mancha. Tras varias semanas de estabilidad, los centros de salud de la región han comenzado a detectar un incremento de las consultas por síntomas gripales, que según confirma la Consejería de Sanidad, se corresponden con un “ligero repunte” de casos. El consejero, Jesús Fernández Sanz, lo reconocía esta semana en Ciudad Real durante la inauguración del VI Congreso de Experiencia del Paciente, subrayando que este aumento coincide con la caída brusca de las temperaturas. Un fenómeno habitual cada año, pero que adquiere relevancia en un noviembre que ya se perfila como antesala de una temporada de virus respiratorios más intensa.
La diferencia respecto a otros inicios de campaña es que esta vez Castilla-La Mancha llega con un colchón que no siempre ha tenido: una vacunación que avanza a mejor ritmo que en campañas anteriores. “Estamos por encima de lo que preveíamos en estas fechas”, destacaba Fernández Sanz. No es un matiz menor. En un contexto donde el comportamiento de los virus es difícil de anticipar, contar con más población protegida puede marcar la diferencia entre un invierno manejable y un periodo de saturación asistencial.
Pero el panorama no es uniforme. Aunque la vacunación crece, también lo hace el porcentaje de ciudadanos que expresan su negativa a recibir la dosis. Según el Observatorio de Vacunación Antigripal en España, la mitad de los castellanomanchegos no tiene intención de vacunarse este año. Ese contraste dibuja un escenario complejo: la región mejora sus coberturas, pero se enfrenta a un desafío de percepción que podría limitar la eficacia de la estrategia sanitaria.
El repunte: moderado, esperado y vigilado
Los técnicos de salud pública insisten en que el repunte actual es moderado y forma parte de los patrones habituales de la gripe. Los primeros episodios de frío intenso actúan como catalizadores del virus, que encuentra en los espacios cerrados y la mayor convivencia un entorno propicio para propagarse.
Por ahora, no se ha producido un aumento significativo de hospitalizaciones, pero sí un repunte de consultas en atención primaria. La Consejería mantiene una vigilancia estrecha y recuerda que estos repuntes iniciales suelen anticipar un crecimiento mayor en diciembre y enero, cuando la circulación viral aumenta de manera más sostenida.
“No hay motivo para la alarma, pero sí para la cautela”, señalan fuentes sanitarias. El comportamiento del virus en las próximas semanas dependerá en gran medida de la meteorología, la actividad social y, por supuesto, de la vacunación.
Una campaña más preparada: 600.000 dosis y nuevas vías de acceso
Este año Castilla-La Mancha ha reforzado la estructura de la campaña de vacunación. Los adultos pudieron comenzar a vacunarse el 14 de octubre, mientras que los menores de 5 a 59 meses lo hicieron desde el 1 de octubre, adelantando el calendario para proteger cuanto antes a uno de los colectivos donde los virus circulan con mayor facilidad.
En total, la región dispone de 600.000 dosis, un número que incluye 30.000 vacunas intranasales para niños de 24 a 59 meses —que facilitan la administración y reducen el miedo al pinchazo— y más de 360.000 vacunas adyuvadas, pensadas para reforzar la respuesta inmunitaria en mayores.
La directora general de Cuidados y Calidad del Sescam, Montserrat Hernández, explicaba al inicio de la campaña que el objetivo es alcanzar una cobertura del 75% en mayores de 60 años y del 60% en mujeres embarazadas, porcentajes que mejorarían de forma sustancial la protección de los grupos más vulnerables. El año pasado, la cobertura en mayores fue del 68%, una cifra que Sanidad aspira a superar ampliamente.
La logística también ha evolucionado: la app Mi Salud Digital y la web de la Consejería permiten gestionar citas de manera ágil, reduciendo colas y facilitando la accesibilidad en municipios con menor disponibilidad presencial.
La resistencia a vacunarse: un riesgo que preocupa más que el virus
Mientras la campaña avanza, crece un problema paralelo: la reticencia ciudadana. El Observatorio de Vacunación Antigripal revela que el 50% de los castellanomanchegos no planea vacunarse, una cifra que se mantiene estable desde hace años y que refleja una falta de percepción de riesgo entre la población general.
Solo el 32% de la población se considera parte de un grupo de riesgo, pese a que los expertos incluyen en esa categoría a colectivos amplios como personas con enfermedades crónicas, mayores de 60 años, embarazadas, niños pequeños y pacientes inmunodeprimidos.
Para Javier Castrodeza, jefe de Medicina Preventiva del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, el principal problema no es la disponibilidad de vacunas, sino la conciencia social.
“Los datos reflejan cierta estabilización, pero que la mitad de la población no tenga intención de vacunarse sigue siendo alarmante”, afirma. “La protección frente a la gripe no solo nos protege individualmente, sino que reduce la carga asistencial del sistema”.
El impacto de la recomendación profesional es determinante: el 44% de quienes hoy rechazan vacunarse lo harían si un sanitario se lo aconsejara directamente. Solo un 9% mantiene su negativa en cualquier circunstancia. Esta influencia convierte al personal de atención primaria en un actor clave en la estrategia de salud pública.
Un retrato de los grupos más vulnerables
Las autoridades insisten en que la gripe puede ser especialmente grave en ciertos colectivos. Entre ellos destacan:
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Mayores de 60 años, cuya respuesta inmunitaria es más débil.
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Niños de seis meses a cinco años, que acumulan la mayor carga de contagios.
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Embarazadas, con mayor predisposición a complicaciones respiratorias.
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Personas con enfermedades cardiacas, respiratorias o metabólicas.
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Pacientes inmunodeprimidos, con una capacidad de defensa reducida.
La vacunación, subrayan, es la herramienta más eficaz para reducir complicaciones, hospitalizaciones y estancias prolongadas en centros sanitarios. En campañas recientes, como la del virus respiratorio sincitial en niños, la inmunización alcanzó coberturas superiores al 95%, reduciendo en más del 80% las complicaciones graves. Es un ejemplo de cómo la vacunación no solo protege, sino que transforma radicalmente la presión asistencial.
Confianza, experiencia y testimonios: la otra cara de la campaña
En paralelo a los datos y estrategias, la campaña se alimenta también de experiencias individuales que, en muchos casos, explican mejor que cualquier estadística el impacto de la vacunación. En el centro de salud de Buenavista, en Toledo, varias personas mayores acudieron el primer día a recibir su dosis.
Piedad, de 80 años, salió del box de enfermería con dos vacunas puestas: la de la gripe y la del Covid. “Es bueno vacunarse”, decía con naturalidad. “Hay gente que no quiere, y otra que sí, pero es mejor estar protegida.” A su lado, María Juana, de 82, recordaba que se vacuna cada año “porque me va bien”. “Me ha dolido un poquito el brazo, pero sin importancia”, añadía.
Estos testimonios, habituales en los centros de salud, reflejan una confianza que los profesionales consideran crucial. Una parte importante de la campaña se construye sobre esa red silenciosa de recomendaciones personales, conversaciones breves y gestos cotidianos entre sanitarios y pacientes.
Un invierno determinante para el sistema sanitario
Las próximas semanas serán decisivas. La gripe avanza, pero aún a un ritmo contenido. La vacunación crece, pero convive con un nivel de rechazo significativo. El sistema sanitario observa este equilibrio con atención, consciente de que cualquier variación puede inclinar la balanza.
Si la cobertura sigue aumentando y el repunte se mantiene moderado, Castilla-La Mancha podría afrontar la temporada gripal con estabilidad. Si la circulación viral crece de manera más brusca y la resistencia a vacunarse persiste, la presión sobre los centros de salud y los hospitales podría intensificarse en plena campaña navideña.
Sanidad insiste en que la vacunación es la herramienta que marcará la diferencia. Cada punto adicional de cobertura, subrayan los técnicos, se traduce en menos urgencias, menos hospitalizaciones y menos complicaciones graves.
El invierno aún no ha mostrado su rostro más exigente. La gripe ya lo ha hecho. Y en ese cruce entre frío, virus y decisiones individuales se definirá buena parte de la carga asistencial de los próximos meses en Castilla-La Mancha.