Estupor en Zarzuela: airean episodios y agresiones físicas de Juan Carlos a Sofía

Pilar Eyre revela duros detalles sobre la convivencia entre Don Juan Carlos y la ahora Reina Emérita. Fueron momentos muy duros y cargados de una tensión que a veces estallaba
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En la imagen de izq. a dcha. la reina Letizia, la reina Sofía, el rey Juan Carlos I y el rey Felipe VI

Según recoge EsDiario, durante décadas, la imagen de la monarquía española se edificó sobre la idea de la firmeza, la compostura y una lealtad inquebrantable entre quienes la representaban. Una unión familiar perfecta. Pero con el tiempo, las grietas han ido apareciendo. Y ahora, testimonios y revelaciones recientes pintan un retrato mucho más sombrío, en el que el matrimonio entre Don Juan Carlos I y Doña Sofía queda expuesto como un territorio donde el respeto no siempre fue mutuo… y el silencio lo ocupó todo.

Según ha desvelado la periodista Pilar Eyre, tras las puertas cerradas de Zarzuela se vivieron episodios de dominio, humillación y agresiones. El Rey Juan Carlos, según relata, no sólo despreció verbalmente a la Reina Sofía en más de una ocasión, sino que habría llegado a levantar el bastón real para golpearla durante un acto oficial. Un gesto de “corrección”, según los que lo presenciaron, que jamás trascendió hasta ahora.

También en la Catedral de Santiago —según un experto en lectura de labios—, la entonces Reina consorte trató de ayudar a su esposo tras un tropiezo. Él reaccionó con violencia: “Déjame en paz, quién te ha dicho que me ayudes”. Una frase seca, cargada de tensión. Frente al mundo, sonrisas y protocolo. Por dentro, un muro de hielo.

Estas declaraciones, lejos de quedar como anécdota, han generado una profunda incomodidad en La Zarzuela. Según ha podido saber ESdiario, el impacto ha sido inmediato. Ni Felipe VI ni sus hermanas han ocultado el estupor ante lo revelado. Aunque sin pronunciarse públicamente, la incomodidad es evidente. El Rey se mantiene firme en su papel institucional, pero en privado, aseguran voces del entorno cercano, la conmoción es real. No solo por el fondo, sino por el momento y el eco que está teniendo.

La Reina Sofía, por su parte, ha vuelto a guardar silencio. Como siempre. Su estilo ha sido ese durante más de medio siglo: aguantar, proteger, callar. Incluso ahora, cuando los episodios que se denuncian la señalan como víctima directa, su voz no se alza. Lo hace, en su lugar, la memoria de quienes fueron testigos. Y algunos lo han contado.

Las infidelidades del Emérito, que algunos periodistas cifran en miles, fueron solo una parte del castigo. Lo que más pesó, según lo afirmado por Eyre, fue la humillación continua, los insultos —"tonta", "inútil"— y el desprecio constante. La Corona, se diría, fue lo único que contuvo una ruptura que en cualquier otra familia habría sido insalvable.

Y todos sabían. Felipe, ElenaCristina. Ninguno habló. Según fuentes consultadas, callaron para evitar un escándalo institucional que habría hecho tambalear los cimientos de la monarquía. Y en esa decisión de proteger la imagen se sacrificó algo más profundo: la dignidad de una madre.

A pesar de todo, la Reina Sofía nunca rompió el protocolo. Nunca dejó ver nada. Pero hoy, cuando se recuperan gestos suyos en vídeos antiguos, se entienden de otra manera. Bajadas de ojos. Sonrisas frágiles. Manos que tiemblan. La sumisión como escudo.

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