La hermandad Sánchez-ZP

Sánchez, con tal de no asomar por una calle de España, se ha ido de gira a Iberoamérica para verse allí con los presidentes de Chile, Boric; de Colombia, Petro, ambos a un pelo de dejarlo de ser, y Lula da Silva, de Brasil. Para los enjuagues con Venezuela y con Cuba ya tiene de superembajador y valido a Zapatero, que en el caso de Maduro, el tramposo e ilegitimo presidente venezolano, ejerce funciones parejas como su portavoz aquí. Supongo que el tirano le habrá ofrecido ya la doble nacionalidad, porque empadronado en Caracas y en el Palacio Presidencial de Miraflores, ya lo está.

La cosa tiene su aquel y me parece que su futuro también. Lo primero es que la collera Zapatero-Sánchez, como en tantas cosas y ninguna buena, tiene en el predecesor ZP la línea maestra de actuación: ponerle el sombrero de "progresista" y blanquear a los regímenes liberticidas, populistas y, en ocasiones, tiránicos o incluso dictaduras puras y duras como la cubana y hasta hacerlos pasar como espejos a los que imitar. Que en eso último están ambos también, aunque siguiendo la vieja y sucia táctica, perjurando que no que no. Vamos, que es que sí. La segunda es que el uno y el otro, que también en esto le sigue los pasos por la trocha, a lo que van es a buscar una salida y un cobijo personal, que el primero ya encontró, le ha ido muy bien y de sus mieles y bienes disfruta, y el otro esté empezando a pensar que pueda ser un destino que tal vez tenga que contemplar y preparar ya.

Porque si algo está emergiendo y con cada vez mayor claridad es que Zapatero y Sánchez son el binomio que funciona como una "hermandad". Todos y cada uno de los componentes esenciales de doctrinario sanchista fueron iniciados y comenzados a poner en marcha por ZP. El arrimón a estos regímenes es evidente. Pero lo es también el encame con los albaceas de ETA, la sumisión al separatismo catalán, la traición a la reconciliación nacional y la vuelta al enfrentamiento entre las dos Españas y mentir a calzón quitado como fórmula de gobernar.

Son lo mismo. Y ambos nos quieren llevar al mismo sitio. Puede por tanto que no sea descabellado pensar que acaben los dos de igual manera y terminar en el mismo lugar.

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