La flotilla amenazada
Cuando en junio pasado Israel abordó en aguas internacionales al "Madleen", la embarcación británica que llevaba ayuda humanitaria a Gaza, secuestrando a sus 12 tripulantes y confiscando los pañales y la leche destinada a los niños palestinos que sucumben a las bombas, a la miseria y al hambre, el Reino Unido no movió un dedo ni para firmar una nota de protesta ante semejante acto de piratería. ¿Y ahora? ¿Qué harán los gobiernos de las 44 naciones representadas en la Flotilla Global Sumud cuando la armada de Israel aborte este nuevo intento de llevar algún alivio a los gazatíes rompiendo el bloqueo que los está matando?
A la indecente inacción de los gobiernos del mundo frente al genocidio que perpetra el Estado de Israel en Gaza, que la humanidad contempla aterrada e impotente en vivo y en directo pese a los asesinatos de los periodistas que lo relatan y sirven las espeluznantes imágenes de la carnicería, podría sumarse el abandono de sus propios nacionales, que embarcados en esa flotilla cargada de socorros, se toparán de nuevo, con toda seguridad, con las naves de guerra hebreas.
¿Qué planes para asegurar la libre navegación de la flota humanitaria y la defensa de sus pasajeros y tripulantes en caso de ataque han elaborado los gobiernos de los estados concernidos? De Barcelona y de puertos italianos, tunecinos y griegos ha zarpado el casi centenar de pequeñas naves que se reunirán en algún punto del Mediterráneo para, desde allí, seguir en busca de algún lugar en la costa gazatí donde desembarcar los alimentos y las medicinas que transportan.
Sabemos que a bordo va Greta Thunberg, Ada Colau o la gran actriz Susan Sarandon, pero convendría saber también, los gobiernos particularmente para aplicarse el cuento, que el resto del pasaje, unos quinientos activistas contra la barbarie, representan hoy lo mejor, lo más sano y lo más valiente de cada uno de esos 44 países y de la humanidad. ¿Qué planes hay para defenderlos?