Preguntas ingenuas que conviene hacerse
La facilidad con que encajamos que nuestro jefe de Estado sea impune tiene mucho que ver con nuestra dificultad para hacernos preguntas ingenuas.
Y son preguntas que uno debe hacerse desde una sana e imprescindible ingenuidad, porque solo desde una ingenuidad a prueba de bomba puede uno creer todavía, a estas alturas, que vivimos en una democracia "plena", único escenario real en que tiene algún sentido hacerse estas preguntas o similares.
Por ejemplo:
El hecho de que el jefe de gabinete de una presidenta autonómica dedique su cargo y su tiempo, financiados ambos con el dinero de los contribuyentes, a defender y proteger a un defraudador y delincuente confeso, por la razón fundamental y trascendente de que es el novio de su jefa ¿Debe considerarse malversación de dinero público o solo un mal uso? ¿Cómo revierte ese dinero público así gastado -en defender al novio de la jefa- en el bien común?
Otra pregunta ingenua que conviene hacerse:
Todos sabemos que la monarquía es una institución netamente medieval y de origen divino, y por tanto impune. No va a ir uno a pedirle cuentas al hacedor de todas las cosas por haber puesto en un trono determinado a un gañan, o a un irresponsable inmaduro. Hasta ahí podríamos llegar. O sea que no tiene sentido enfocar por ahí la cuestión, porque mientras esa impunidad exista, va a misa, y nunca mejor dicho.
Dicho lo cual hay que hacerse a la idea de que el monarca impune puede hacer lo que quiera, que en eso consiste la impunidad y en último término el "espíritu feudal": robar a manos llenas, matar a alguien porque se le antoje (como decía Trump que podría hacer él mismo, sin consecuencias), y cosas por el estilo. Hay que considerar como cosa cierta que cuando determinados sujetos poco centrados se saben impunes, hacen cosas muy raras.
Ahora bien, si descendemos a nuestro caso concreto (porque hasta ahora hemos hablado en términos generales), si nuestro rey emérito (y conviene puntualizar porque tenemos varios, ninguno de los cuales nos sale barato) resulta que es impune del cargo de haber financiado con el dinero de todos nosotros (ese que normalmente va destinado a hospitales y escuelas) sus aventuras amorosas, en una cantidad que ronda los 600 millones de pesetas, de las de entonces (o eso dicen), y se sabe por otra parte que tal desfalco de dinero público no puede haber ocurrido sin testigos y cómplices necesarios, los cuales no son impunes, cabe deducir que habrá que pedir cuentas a estos cómplices y que nos digan cómo y cuando ocurrieron estos hechos, y sobre todo cómo recuperamos ese dinero defraudado. Y esto al margen de que ellos, los cómplices, puedan ser encausados por un delito, en el supuesto ingenuo de que vivimos en un Estado de derecho.
¿Sería por tanto pertinente que la fiscalía llame a declarar a Felipe González y a Aznar para que disipen nuestra ignorancia ingenua?