La mentira reaccionaria

Algunos reaccionarios niegan el cambio climático porque no les viene bien. Otras veces lo que no les viene bien es perder elecciones, y entonces asaltan Capitolios.

Si pueden y tienen la oportunidad, vean el documental "Homegrown: fanáticos en el Capitolio". Puede verse en Movistar y es un reportaje muy útil sobre una barbarie muy inquietante, made in USA.

En todo ello, negación de los datos de la ciencia y asalto de Capitolios, subyace una puerilidad irresponsable y una falta de madurez que dificulta el buen uso del "principio de realidad".

Que nos les venga bien el cambio climático o perder elecciones, es una razón muy floja para imponer su capricho. Al menos entre adultos.

Tampoco le venía bien a la iglesia católica que la Tierra no fuese el centro del universo. Era capaz de quemar vivo a quien dijese tal cosa. Pero al final tuvo que asumir la realidad de los hechos y aceptar que la ciencia tenía razón. Deberían hacer lo mismo los terraplanistas.

Otros reaccionarios niegan el cambio climático por la fe que albergan en el "plan divino", cuyo objetivo último es el hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios. En un "plan divino" no cabe un error tan garrafal ni la destrucción estúpida de la Tierra a manos del hombre.

Desde su perspectiva "antropocéntrica", la providencia divina cuidará de todos nosotros, aunque nos comportemos -desde una perspectiva ecológica- de la manera más insensata.

O sea, que en última instancia, esa perspectiva antropocéntrica, es también una perspectiva teocéntrica o incluso teocrática.

Si Dios puede habitar en un triángulo perfecto, nosotros podemos hacer lo mismo en una burbuja tecnológica sin conexiones ni dependencias naturales.

Se hace claro que con estas premisas, que incluyen mucho ideario metafísico e irracional, la ecología y sus responsabilidades terrestres, orientadoras de la acción humana en el más acá, no tienen ningún sentido.

Hay luego reaccionarios más cultivados y que manejan información sólida. Por ejemplo, es conocido el conocimiento acumulado sobre el cambio climático que tienen desde hace tiempo algunas empresas petroleras, y toda su gestión para mantener esa información oculta:

"La petrolera Exxon conocía el cambio climático desde los años 70, pero difundió información falsa para salvar su negocio" (el Diario.es).

Que es poco más o menos lo mismo que ocurrió con los efectos perniciosos del tabaco. Aunque en este caso, la ocultación de lo que se sabía por parte de las empresas tabacaleras, interesadas en ocultar esa información, dio lugar más tarde a las correspondientes indemnizaciones de los perjudicados.

No puede descartarse que ocurra lo mismo con los efectos del cambio climático.

Lo que se debate (en los juzgados) estos días sobre la dana de Valencia, tiene algo que ver con esto.

En el modo de pensar reaccionario posmoderno, alertar a la población sobre un desastre más o menos inminente (como una dana), a través de instrumentos como el envío masivo a los teléfonos móviles, no es "libertario" (no cumple el dogma "libertario"), sino que es un "pitido orwelliano".

Ahora bien, no alertar a la población en esas circunstancias, es otra forma de manifestarse la mentira reaccionaria.

En otros casos la negación de los datos del cambio climático, está más fanatizado y es fruto de una ideología extremista, por lo general de ultraderecha. No lo hacen porque consideren que tienen razón, sino por oponerse a la ciencia, a la que consideran un pilar de lo "progre" y un fundamento de la Ilustración a la que combaten.

Son los nostálgicos del antiguo régimen, que en algunos casos conectan esa nostalgia con la nostalgia del nazismo y el fascismo.

Si bien esta inquina contra la ciencia, es una baza retórica y electoral -basada en la mentira- de la que hacen uso generoso los reaccionarios de nuestro tiempo, desde Abascal hasta Trump, lo cierto es que este último, Donald Trump, a la hora de la verdad tiene muy en cuenta el cambio climático en sus estrategias geopolíticas. Lo estamos viendo estos días.

Es decir, son políticos sin escrúpulos que manejan la mentira para atraer y aglutinar electores poco informados y fáciles de engañar, pero luego se atienen a los datos de la ciencia y a la realidad de los hechos para tomar decisiones geopolíticas.

Consecuentemente tampoco colocarán su vivienda particular -carísima- en una zona expuesta a los peores efectos del cambio climático.

Vemos así cómo crece ahora el interés de los ricachones extranjeros por adquirir viviendas en el Norte de España, abandonando las del Sur.

Otro ejemplo: el interés de Trump por Groenlandia tiene varios motivos (riquezas en minerales, etcétera), pero entre esos motivos está el hecho de que el derretimiento de los hielos, como resultado del cambio climático, abre nuevas rutas marítimas, antes cerradas por el hielo, que incrementan la importancia geoestratégica de Groenlandia en el control de esas rutas.

Así que, si bien negar el cambio climático puede servirle a Trump (y sus colegas mendaces) para extraer votos de sectores poco ilustrados o mal informados, al mismo tiempo él lo tiene muy claro y muy en cuenta como realidad innegable que incrementa la importancia de hacerse, incluso a través de la fuerza, con Groenlandia.

Si para hacerse con los votos de los electores necesita mentir, lo hará. De la misma manera, si necesita utilizar la fuerza bruta para hacerse con Groenlandia, no dudará ni un momento.

En resumen: en la mentira reaccionaria, la corrupción económica y la corrupción epistemológica, forman parte del mismo paquete.

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