El dolor ajeno

En Gaza miles de personas han muerto y lo peor es que otros seguirán muriendo. ¿Qué se puede hacer? Pues lo evidente: que la diplomacia funcione y los dirigentes de los países democráticos, empezando por Estados Unidos, pongan freno a los desmanes criminales de Benjamín Netanyahu. Suelo insistir en el papel fundamental de Estados Unidos, porque he viajado por la región y sé que allí el "peso" de Europa no es relevante o, al menos, no es como el de Estados Unidos.

Sí, hay que parar la masacre desatada por Benjamín Netanyahu pero sin negar la realidad. La primera: es más que evidente que Hamas quería provocar este infierno cuando perpetró el atentado del pasado 7 de octubre donde asesinó, violó y secuestró a personas inocentes. También asesinó a niños.

Hamás es un grupo terrorista y fundamentalista sin paliativos, que venía gobernando Gaza con mano de hierro, ejecutando a los disidentes y aplastando cualquier atisbo de libertad para las mujeres. El atentado del 7 de octubre tambien tenía como objetivo impedir que Israel y Arabia Saudita intercambiaran embajadores, y como aviso a otros países de Oriente, ante la posibilidad de que siguieran los mismos pasos.

El objetivo de Hamás no ha sido otro que provocar esta situación en la que tantos palestinos están pagando con su vida la venganza de Netanyahu.

La estrategia de Hamás es la de "cuanto peor, mejor". Es decir, cuantas más atrocidades comete Israel, el mundo entero más se solidariza con el pueblo palestino pero sin cuestionar a Hamas y sin exigir a este grupo terrorista que devuelva a los rehenes que aún siguen en su poder.

O sea, han conseguido la cuadratura del círculo sacrificando a miles de los suyos con un objetivo exclusivamente político.

Pero para que nadie se lleve las manos a la cabeza, lo repetiré: espero que más pronto que tarde Netanyahu pague por esta matanza de la que él y su gobierno son responsables, y que tendrá consecuencias para Israel, país al que están convirtiendo en un paria. No hay nadie más eficaz para azuzar el antisemitismo que Netanyahu y los secuaces de su Gobierno. Pero también espero que quienes de verdad buscan la paz y apoyar al pueblo palestino no continúen siguiendo el juego a Hamás.

Si nuestro Presidente y los líderes políticos de otros países, quieren de verdad acabar con las masacres de Netanyahu, deberían centrar todos los esfuerzos en la diplomacia discreta, aprovechando la reunión de la Asamblea General de Naciones Unidas para, además de esos discursos y proclamas que tienen como objetivo la "política interior", asentar en ambas partes algo evidente: ni Israel va a acabar con los palestinos ni los palestinos con Israel, de manera que la única solución es crear condiciones para que israelíes y palestinos se sienten a hablar. Ni más ni menos. Pero también pasa por elegir interlocutores, e insisto: Hamás, un grupo terrorista, fundamentalista, y antidemocrático no debería de convertirse en el interlocutor de los Estados democráticos en detrimento de la Autoridad Nacional Palestina, representada en la figura de Mahmud Abás.

Duele decirlo, pero hay mucho de impostura en la actitud de nuestro Presidente y de algunos adalides de la izquierda, intentando instrumentalizar esta tragedia.

Sánchez ha encontrado un filón para movilizar a esa izquierda que se sentía devastada por los escándalos del sanchismo y que ahora pueden engancharse a una bandera como la tragedia de Gaza.

Son los mismos que no dijeron ninguna palabra de los ataques de Hamás el 7 de octubre, los mismos que no dicen ni una palabra sobre otros conflictos, por ejemplo la guerra en Sudán entre el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido, que ya ha provocado miles de muertos, el desplazamiento forzoso de más de doce millones de personas, donde se ejerce una brutal violencia sexual contra mujeres y niñas, donde los ataques a civiles son continuos y la ayuda humanitaria no llega a los afectados. Según la ONU hay 25 millones de personas, repito: 25 millones de personas, esperando recibir algún tipo de ayuda humanitaria. Pues ni una manifestación, ni una palabra, ni muestra de solidaridad, ni flotillas, ni nada por el estilo.

Tampoco les he visto pestañear por la situación en Somalia donde Al Shabaab, aliado de Al Queda, intenta derrocar al gobierno somalí con el apoyo de las potencias occidentales a las que no les parece importar que este grupo tenga como objetivo instaurar en el país un régimen basado en una interpretación radical de la ley islámica (lo dice la ONU) y reclutan niños a la fuerza. Ni conmoverse por lo que sucede en Yemen, donde hay una guerra civil cruenta en la que según la ONU ya han muerto 300.000 personas. O en Birmania, donde han muerto más de 13.000 niños y un millón y medio de personas han sido desplazadas de sus casas.... Y podría seguir enumerando conflictos que provocan dramas humanitarios que no parecen importarles a nadie, salvo a las Organizaciones No Gubernamentales que están sobre el terreno y calladamente hacen lo que pueden.

De manera que desconfío de quienes se envuelven en la bandera de unos e ignoran la de otros, de quienes se conmueven por los niños de un lugar y no mueven ni una ceja por los de otro.

Sí, son los mismos que se atreven a descalificar a todos aquellos que mantienen una posición, como la del expresidente Felipe González que, por si no lo saben, lleva cincuenta años comprometido en la búsqueda de una solución de paz para el conflicto que enfrenta a israelíes y palestinos.

Lo que propone Felipe González es un Pacto de Estado nacional y a nivel europeo para trabajar por la paz y la coexistencia del Estado de Israel y de un Estado palestino viable.

Sin duda es una propuesta a tener en cuenta alejada de la demagogia de uso común por algunos adalides de la izquierda actual.

Comentarios
clm24.es/admin: