Mentiras, corrupción y desprecio
La mentira en la política se ha instalado entre nosotros desde hace tiempo y no hay peor enfermedad social porque con ella desaparece la confianza, se genera una tensión permanente, se desconfía de todos, se sospecha que nada es verdad y la convivencia se hace imposible.
José Ramón Recuerdo, abogado del Estado, ha escrito que "la negación de la verdad es el problema central de nuestro tiempo ya que tal relativismo respecto a lo que es o no es (incluido lo que es o no bueno o malo) lleva a concluir que todo está permitido, incluso para el poder, también para el democráticamente elegido, resultando así que los que lo ostentan se convierten en un amo que hace lo que quiere y nosotros en sus siervos". Que se lo digan a Pedro Sánchez, a Conde Pumpido y a la ponente de la sentencia del TC sobre la amnistía.
Tenemos el presidente más mentiroso de la democracia y no se si de la historia. Ha hecho todo lo que se comprometió pública y reiteradamente a no hacer. Desde la alianza con Podemos, el veto a Bildu, la no concesión de la amnistía, la transparencia o la lucha contra la corrupción. Alcanzó el poder con trampas y mentiras y se irá de él entrampado y mentiroso, aunque algunos sigan defendiéndole y otros, como Luis García Montero, reiteren todavía que éste es "el mejor Gobierno de la democracia" y se queden tan anchos sentados en el sillón del cargo que ocupan.
Sánchez entró mintiendo y no ha tenido empacho en decir que se siente engañado por Santos Cerdán y que no supo nada hasta el jueves. Quien se enteró antes que nadie de los supuestos delitos del novio de Ayuso y quiere aprobar leyes para vigilar a los medios de comunicación, ignoraba las trampas de su mujer, las de su hermano, las del fiscal general, las de su número dos, Ábalos, las de su número dos, Cerdán, las de Koldo con barra libre de empleos para prostitutas y mordidas en los Ministerios, las que sucedían en su partido -en el que entraban bolsas con dinero y "fontaneras" con herramientas de mentiras y difamación- y las que sucedían en el Ministerio con más presupuesto de su Gobierno, el de Transportes, donde Oscar Puente, tiempo después, dijo que todo estaba bien, que no había pasado nada. Mentiras, mordidas, cintas de audio y sexo a costa de los contribuyentes. La corrupción, por la que echó a Rajoy con la complicidad del PNV, instalada en su casa: corrupción económica, corrupción institucional, corrupción política y corrupción moral.
En Ábalos confió para que fuera la voz limpia de la moción de censura contra Rajoy. En Cerdán para que negociara con Puigdemont. En Koldo para que lo acompañara en su campaña para recuperar la secretaría general, trampas incluidas. Cuesta pensar que le engañaron, que se equivocó tanto al elegirlos y que, teniéndolos tan cerca, nunca se enteró de lo que hacían. O responsable por sus errores o responsable in vigilando.
No puede haber moción de censura porque nadie tiene los votos para ganarla. No habrá moción de confianza porque no se puede arriesgar a que alguien le haga la cama -como el PNV se la hizo a Rajoy, Podemos tal vez-, porque todos -incluido Sumar, el mayor cómplice de Sánchez- tienen mucho que perder y porque la confianza entre los socios de Gobierno e investidura hace mucho que no existe. Yo diría que desde el primer día. "Nosotros no tenemos amigos en Madrid, sólo intereses", ha dicho un portavoz de Junts y vale para todos los socios. Y no habrá convocatoria de elecciones porque Sánchez sabe que las puede perder.
Todo ello, pedir perdón sin asumir responsabilidades, eludir su comparecencia en el Parlamento y hacerlo en el partido, encerrarse en Moncloa, presentarse como víctima cuando ha sido el muñidor de la trama y cuando aquí las únicas víctimas son los socialistas que confiaron en él -todavía demasiados lo siguen haciendo- y los ciudadanos es un desprecio a la verdad y a las personas. No nos merecemos un presidente y un Gobierno que mienten, engañan y esconden la corrupción hasta que el escándalo estalla. Quien se escuda en que no hace política respalda la polìtica del poder establecido.