El destino de Venezuela
España, cuyo presidente se encuentra cuando esto escribo entre Sudáfrica y Angola, de ninguna manera puede encogerse de hombros ante lo que vaya a ocurrir en Venezuela, quizá en los próximos días, puede que en las próximas horas. El 'caso hidrocarburos' , cuyo implicado más conocido, de momento -ojo, de momento-, es Víctor de Aldama, conectado con dirigentes venezolanos como la vicepresidenta Delcy Rodríguez, puede estallar en cualquier momento a raíz de esta 'crisis de Maduro' decretada por Trump. Quien, por cierto, no ha tenido empacho en bombardear varios barcos con presuntos narcotraficantes, matando a sus ocupantes y violando, de paso, las normas internacionales sin que nadie levante una voz de protesta. Un gran escándalo está en ciernes y Venezuela es el epicentro: de momento, varias aerolíneas han suspendido sus vuelos a Caracas.
Es de suponer que el magistrado Leopoldo Puente estará al tanto de los aspectos más oscuros del 'affaire hidrocarburos' cuando, este jueves, tenga ante sí a José Luis Ábalos y Koldo García para declarar de nuevo ante el Tribunal Supremo y decidir si ambos son o no enviados a prisión. Me costaría pensar que Puente no pregunte al ex ministro y ex secretario de Organización del PSOE qué tiene que decir sobre aquella extraña visita de la vicepresidenta venezolana a España, cuando tenía prohibido recalar en tierra europea, y también sería extraño que no aprovechase, aunque no sea el tema central que se investiga ahora, la oportunidad para interrogar a ambos sobre el destino último de aquellas maletas que acompañaban a Delcy Rodríguez en su periplo.
Ahora que estamos de revisión de todo lo ocurrido bajo el tapete desde 2018, creo que ha llegado la hora de ocuparse del 'caso Venezuela', que es, al tiempo, el 'caso hidrocarburos'. Durante años, el país bolivariano ha servido de tapadera a varios negocios fraudulentos practicados por españoles, que han aprovechado la enorme corrupción del régimen de Maduro para, literalmente, 'forrarse', como alguno de ellos ha reconocido en privado.
Ignoro si Ábalos puede seguir sosteniendo que él, de todo esto, nada sabe. Pero el asunto de los hidrocarburos, que implica mucho más que un 'simple' fraude fiscal de casi doscientos millones, no puede prolongarse en los meandros judiciales como lo ha hecho ¡durante trece años! el caso de la familia Pujol, que por fin comienza a juzgarse, con el patriarca y sus siete hijos implicados -la esposa, 'cerebro' y madre, Marta Ferrusola, falleció hace un año y medio--, tiene que ser un referente para que, al menos, los procesos judiciales no se eternicen. Y tengo la impresión de que la voluntad de los jueces más o menos 'estrella' que llevan todos los casos de corrupción en curso es acelerar en lo posible hasta la sentencia final; véase, si no, lo que ha ocurrido con el aún fiscal general del Estado Álvaro García Ortiz.
Es obvio que un Gobierno, esté o no directamente implicado en lo que se juzga -que yo, honestamente, creo que no--, de ninguna manera puede permanecer ajeno al desarrollo de unos procesos que, más o menos plenamente, le salpican. Son muchas las nuevas comparecencias ante el juez que se prevén en tantos casos como los que afectan, cuando menos, a la moral pública: Ábalos, Koldo, Santos Cerdán, Begoña Gómez, Leire Díez, Gallardo y el hermano del presidente, o el del fiscal García Ortiz, sin citar loa asuntos sucios que competen a militantes del PP, claro. Y sin citar las revelaciones que podamos ir conociendo sobre el asunto de los hidrocarburos y sus últimas terminales y ramificaciones.
Es un calendario mortífero para un Gobierno, sea cual sea su implicación o no implicación en tantas cuestiones pringosas. La imagen que los propios españoles nos estamos haciendo de nuestro país es que se trata de un Estado corrompido, o al menos desgastado, en el que todo, incluso la mentira y saltarse las leyes, vale para el ejercicio del poder, aunque sea vicario. Una situación peligrosísima como para pensar en prolongar una Legislatura que, y encima Venezuela, se va haciendo insostenible. No sé si está la cosa como para que Sánchez se demore mucho en Angola, no. De momento, en la sesión de control parlamentario del miércoles, Núñez Feijoo preguntará a Sánchez "¿quién va a pedir perdón a los españoles?". No será respondido, claro, pero ahí quedará, flotando, la pregunta: ¿quién? Y ¿exactamente por qué?