Ni dimisión, ni cuestión de confianza
Sánchez no asume ninguna responsabilidad política. Ahora que ha trascendido el informe de la UCO con sobrados indicios de las presuntas mordidas de quien hasta ahora venía siendo el secretario de Organización del PSOE, Pedro Sánchez pide disculpas, pero ni dimite, ni asume la responsabilidad política, ni plantea una cuestión de confianza, ni convoca elecciones. Cuesta creer -como dijo en su comparecencia- que se había enterado de las andanzas de Santos Cerdán el mismo día en el que se hizo público el informe de la UCO.
La mirada de Pedro Sánchez al paso de Cerdán el pasado miércoles, minutos antes de iniciarse la sesión de control al Gobierno, decía mucho sobre este asunto. El gesto de Sánchez desdeñando el saludo del diputado navarro y manteniéndose de espaldas resultó muy revelador. El informe de la UCO en el que apunta indicios del cobro de comisiones en connivencia con José Luis Ábalos, ex ministro de Transportes procesado en el Tribunal Supremo, es demoledor. Describe la existencia de una organización criminal en la cúpula del PSOE.
Es improbable que Sánchez no tuviera noticia de los procelosos detalles que colocan contra las cuerdas a su número dos en el partido. El informe de la UCO en su condición de policía judicial es una carga de profundidad que dinamita el argumentario de los portavoces del Gobierno -incluidos sus costaleros en algunos medios- que llevan mucho tiempo tratando de desacreditar a quienes publicaron las primeras noticias sobre el caso Koldo, el caso Ábalos y ahora el caso Cerdán. Eran bulos -decían. La "máquina del fango ," en palabras de Sánchez. Pero los hechos son tenaces y hasta Félix Bolaños, el ministro que hace unos días se declaraba dispuesto a poner la mano en el fuego por Santos Cerdán, ha retrocedido dándose de alta en la recién inaugurada cofradía de los prudentes.
Cuando hace un año y medio detuvieron a Koldo García, Pedro Sánchez compareció para decir que las noticias sobre aquel caso de corrupción eran una "inventada". El jueves aseguró que de las andanzas de Cerdán -que apuntan indicios sobre la financiación irregular del PSOE- se había enterado por los periódicos de la mañana. Ahora sabemos que no era fango, era corrupción. Y que todo en el proyecto de regeneración que predicó Sánchez tras la moción de censura que tumbó a Rajoy era mentira. Si tuviera un mínimo de dignidad, dimitiría.