Desacreditar al mensajero

En el Gobierno están nerviosos. En la huida hasta llegar a 2027 ven enemigos y fantasmas por todas partes y disparan contra el mensajero que se atreve a reportar lo que acontece. La realidad les incomoda y algunos ministros y sus replicantes en los medios afines han entrado en una fase inquisitorial, en la que se atreven a dar lecciones de periodismo criticando a los periodistas que, cumpliendo con la primera regla del oficio, formulan preguntas orientadas a desvelar algo que alguien intenta ocultar o pretende que no se publique.

En este caso acerca de la ambigua y controvertida posición del Gobierno español a raíz de la exigencia de incrementar hasta el 5% del PIB la partida destinada a defensa para cumplir con la OTAN, exigencia del presidente norteamericano Donald Trump. En ese contexto han llevado a afear la ¡falta de patriotismo! de un periodista acreditado ante la Casa Blanca (David Alandete, corresponsal de ABC). ¿El "delito"? Preguntar a Trump por esta cuestión habida cuenta de que el presidente de los EE.UU. había amenazado con imponer aranceles a los productos españoles si nuestro país no se avenía a incrementar la contribución a la Alianza.

No han sido uno, sino dos los ministros que han entrado en un juego descalificador que, más allá de describir la sicología crispada del momento, lo que delata es la concepción clientelar que tienen de los medios. Les molesta que no se avengan a actuar como serviles correas de transmisión de consignas como por desgracia viene sucediendo con algunos digitales afines a la causa sanchista. No entienden que el periodista debe estar con los hechos. Que no debe prestarse a servir otros intereses que no sean los de los ciudadanos, y menos aún avenirse a tapar las vergüenzas del poder o de los poderosos, como por desgracia sucede en nuestros días en los que los informadores serviles con el Gobierno también se vuelcan con empeño digno de mejor causa en fomentar el descrédito de los jueces que investigan los casos de presunta corrupción que afectan a personas del entorno de Pedro Sánchez -la esposa, el hermano, el fiscal general de Estado, los ex secretarios de organización del PSOE o la indiciaria financiación irregular del partido. Parece que ahora lo que toca es el señalamiento de los periodistas que incomodan. Un clásico de los fines de los ciclos políticos.

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