El precedente

Los años de gobierno socialista en coalición, primero con Podemos, y posteriormente con Sumar han creado una serie de usos y costumbres derivados del una forma de gobernar y de estar en política que quien suceda en La Moncloa al actual Presidente, si opta por continuar con esos usos y costumbres difícil será que quienes hoy, desde diversas instancias, justifican, explican, comprenden y apoyan determinados tics puedan alzar la voz crítica con quien, si así lo considera oportuno, hiciera lo mismo que se viene haciendo por parte del Gobierno.

No todos podrán reprochar al sucesor que si en campaña dice una y mil veces lo que no hará que cuando llegue al poder haga justo lo contrario. Los que hoy entienden y justifican de manera acritica lo que se ha denominado "cambio de opinión" tienen legitimidad para criticar que haga lo que dijo que no haría?. Si el sucesor cambiará de opinión tiene argumento muy fácil para justificar que lo blanco es negro porque "de la necesidad virtud". Tanta necesidad y tanta virtud que lo que era claramente inconstitucional se ha convertido en un hallazgo absolutamente democrático.

No todos podrán reprochar ni criticar, si el Gobierno que suceda al actual de manera reiterada incumple el mandato constitucional de presentar proyecto de Presupuestos y sigue adelante con cuentas prorrogadas, no un ejercicio, sino dos. Si el Gobierno actual lo ha hecho y quizás lo vuelva a hacer y no ha pasado nada por qué tendría que pasar si quien llegue a Moncloa hace exactamente lo mismo?.

No todos podrán criticar que la Mesa del Congreso, con mayoría favorable al Gobierno, por sistema guarde en el cajón del olvido no menos de treinta propuestas legislativas presentadas por la Oposición. ¿En virtud de que principio, el próximo Ejecutivo, en el supuesto de que cambie el actual, no tiene derecho, por uso y costumbre, de hacer lo mismo?

No todos podrán criticar que el sucesor, el que sea, de Pedro Sánchez huya de los debates del Estado de la Nación. Hemos comprobado que se ha convertido en uso y costumbre no celebrarlos y nada ha ocurrido porque muchos, muchísimos, han creído o así han intentado que nos lo creamos que no es algo importante, que la liturgia democrática es poco menos que puro atrezzo.

No todos podrán criticar o afear al sucesor de Pedro Sánchez si ignora al que sea jefe de la Oposición de modo y manera que no se celebre entre ellos ni la más mínima conversación, y solo por poner un ejemplo, sobre el cambio de postura sobre el Sáhara, asunto delicado y que trasciende a la propia legislatura aún cuando esta se agote hasta el último día.

Los usos y costumbres adquiridos en los mandatos de nuestro Presidente han creado todo un precedente que su sucesor, quien sea y cuando sea, tendría pleno derecho a continuar con esa forma de estar en política que, objetivamente, es reprochable. Lo es ahora y desde hace tiempo y lo será si quien suceda a Pedro Sánchez cae en los mismos tics. El precedente es una alfombra roja para quien nos gobierne en el futuro quiera pisarla. Confiemos en que eso no ocurra. Muchos lo criticaremos sin tapujos.

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