Tragaderas

Si a un español hace dos décadas le hubieran dicho que se iba a tragar la ristra de infamias que no solo se ha tragado sino que ha convertido en normalidad y dieta, hubiera puesto el grito en el cielo y perjurado que eso jamás sucedería. Pero hoy, en su conjunto, asiste a ello impertérrito con algunos expresando, como mucho, un sórdido cabreo, mientras que otros cuantos no solo comulgan con esas ruedas sino que las jalean con alborozo.

Vivimos con un volcán de mierda en erupción bajo nuestros pies y hay una buena parte de la población que deglute la repugnante lava como el más exquisito de los manjares sin que le queme en la boca. La cosa empezó con la mentira y la traición a la palabra y el compromiso solemne y públicamente adquirido. Tras violarse primero con ciertos tapujos y poquito a poquito se pasó a hacerlo cada vez con mayor descaro para concluir en exhibirlo a calzón, o braga, quitado y presumir de ello como gran blasón y aún mayor hazaña. De hecho se ha convertido en forma y norma de gobierno y bien pudiera ser el lema que su caudillo y que todos sus escuderos llevaran en su escudo de armas. “La mentira es mi divisa” podría ser la leyenda resaltada en rojo.

Conseguida la inmunidad y la impunidad añadida, las demás riadas adyacentes han ido sucediéndose y acabando por anegar hasta el ultimo rincón de dignidad y decencia. Una tras otra hasta alcanzar la cima de “normalizar” que los asesinos etarras y sus cómplices son “hombres de paz” y convertirlos en los relatores, redactores y jueces de nuestra “Memoria Democrática”. Con esa “conquista progresista”, todo lo demás que ha habido y hay que tragarse ya suena a poco o casi nada. Sea la “nadería” un golpe anticonstitucional separatista y la trasmutación de un prófugo en arbitro máximo de leyes y gobernanzas y de reo, al que se iba a traer de las orejas ante la justicia, a arrastrar a la Constitución por el fango y estarse ponerse las togas perdidas de cieno para poder pasearlo de vuelta bajo palio.

Eso solo por citar dos “cosejas”, que ya ni puntúan y hasta está mal visto sacarlas a colación en una tertulia. Ahora ya los dos sapos para el desayuno son tan cotidianos que si una mañana solo hay uno es cuando nos extrañamos.

Nos saquean el producto de nuestro esfuerzo y trabajo, alardean con mucho jolgorio de todo lo que nos rapiñan y nos quedamos muy calladitos no sea que además nos señalen con el dedo y sea peor todavía. Enchufan, trincan, corrompen y roban y aunque se lo gasten en putas y hayan sido sus íntimos y sus brazos ejecutores, hemos de de aceptar que la casa esta limpia y reluciente e inmaculado el “puto amo” que les entregó las llaves. ¿Para que seguir enumerando lo que nos hemos tragado y lo que nos vamos a seguir tragando hasta que nuestros derechos y libertades eso que se llama democracia sea tan solo un enunciado de los tantos en los en los que se están ciscando? Porque esa es la hoja de ruta, esa es la linea trazada y en la que están dispuestos a cualquier cosa, y a “reventar” todo y a todos cuantos osen oponérseles.

Pablo Iglesias es un boceras, pero en realidad lo que ha eructado es lo que están urdiendo los que no lo dicen en voz alta en el búnker de Moncloa. Mantenerse en el poder a cualquier coste y de la forma que fuera preciso, la que sea, es su única meta. No hay nada que tenga ya una demostración mas absoluta que es así por trayectoria y hechos consumados. ¿Y nosotros, esto que llamaban pueblo libre, qué? Pues al paso que llevamos y dadas las inauditas tragaderas que estamos demostrando tener, lo siguiente que nos tocaría, y merecidamente si seguimos humillando la cerviz y mirando al tren, que no pasa sino que nos atropella, como vacunos que somos, es la estabulación completa y un crotal en cada oreja. Para tenernos ya del todo controlados, en cada instante y en cualquier lado. Y cobrarnos hasta por los pedos.

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