Memorias con salseo

Incluso antes de publicarse en España, el libro "Reconciliación" (memorias en primera persona transcritas por una periodista franco-venezolana) ya ha dado mucho que hablar en los circuitos políticos y mediáticos de nuestro país. Mucho que hablar y poco que decir en relación con un contenido escaso de novedades, más allá de sus elogios a Franco con efectos retroactivos. Todo lo demás es salseo, incluso lo relacionado con asuntos de mayor cuantía, como su papel en la transición o los entresijos del 23-F, que no pasan de ser apuntes superficiales.

Ni el "emérito" ni la transcriptora, Laurence Debray, han tenido demasiado interés en profundizar en el porqué de la remontada de la Corona desde que pasó a estar personalizada por Felipe VI. No hace falta ser un experto para inferir que la Monarquía Constitucional goza de buena salud gracias al hijo, Felipe VI, y a pesar del padre.

Algunos analistas y una parte de la opinión pública, los más complacientes con los pecados cometidos por Juan Carlos de Borbón en la etapa final de su reinado (codicia, frivolidad, presuntos delitos fiscales, adulterio*), critican el hecho de que el cincuentenario de la efectiva restauración monárquica a la muerte del general Franco, el anterior jefe del Estado, vaya a celebrarse sin la presencia de Juan Carlos I.

La participación del "emérito" va a limitarse al almuerzo familiar "estrictamente privado" (según precisan en el Palacio de La Zarzuela) que se celebrara el 22 de noviembre en el Palacio de El Pardo. Nada más. Pero no asistirá al acto de Estado de día anterior en el Palacio Real ¿Y por qué no ha sido invitado? Pues, porque él mismo, tal vez en la única decisión lúcida que tomó después de abdicar (marzo de 2014), renunció en su día a seguir teniendo agenda pública y presencia institucional.

La exclusión, decidida por la Casa Real y no por el Gobierno, aunque éste la comparta, me parece coherente con los hechos de su vida privada que están en la mente de todos. Incluidos los que pudieron llevarle al banquillo de no mediar razones de prescripción, inmunidad y regulaciones tributarias. Hoy por hoy es un residente en Abu Dabi, fuera del radar de los jueces o los inspectores de Hacienda.

La que no está saldada es su deuda moral con los españoles. Me refiero a la contrición. Aunque él cree que son los españoles los que le deben el haber traído la democracia Lo uno no quita lo otro. Reconocerlo no puede ser exculpatorio de la reprobable conducta que causó graves desperfectos a la imagen de la Corona. Ni le habilita para hacerse la víctima sin mostrar la menos señal de arrepentimiento. El "me he equivocado, lo siento mucho, no volverá a ocurrir" (junio 2012) y su referencia a "acontecimientos pasados de mi vida privada que lamento sinceramente" (carta a su hijo, Felipe VI, abril de 2022) se han perdido en la polvareda.

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