Kiko Hernández hospitalizado y su marido Fran atendido por médicos en la calle
La protesta iniciada por Kiko Hernández y su marido, Fran Antón, en Melilla ha alcanzado un punto crítico tras el ingreso hospitalario del colaborador televisivo y la intervención de servicios médicos en la calle para atender a Fran, que continúa encadenado a las puertas de su establecimiento precintado.
Los hechos se desencadenaron después de que la Policía Local de Melilla ordenara el cierre del local de ocio nocturno de la pareja, una decisión que ambos consideran injustificada y que, según han defendido públicamente, se habría producido pese a contar con la documentación necesaria para su actividad. En respuesta, Fran Antón inició una huelga de hambre indefinida, encadenándose al local como medida de presión, a la que poco después se sumó Hernández.
El deterioro físico obliga al ingreso de Kiko Hernández
Tras más de un día sin ingerir alimentos ni líquidos, el estado de salud de Kiko Hernández comenzó a deteriorarse de forma visible. El colaborador sufrió un episodio de debilidad que obligó a su traslado a un centro hospitalario, donde quedó ingresado para ser sometido a observación médica.
Desde el entorno de la protesta se explicó que Hernández presentaba síntomas claros de deshidratación, además de un fuerte malestar general que hacía inviable su permanencia en la calle. Una sanitaria que se encontraba en el lugar llegó a atenderle antes del traslado, alertando del riesgo que suponía continuar sin hidratación.
El ingreso generó una inmediata preocupación entre compañeros de profesión y seguidores, que siguieron la evolución de los acontecimientos a través de distintos programas de televisión en los que se fue informando del estado del colaborador.
Fran Antón, atendido por sanitarios en plena calle
Mientras Hernández era hospitalizado, Fran Antón decidió continuar con la huelga de hambre, permaneciendo encadenado frente al local precintado. Su estado físico también comenzó a empeorar, lo que obligó a la intervención de servicios médicos en plena vía pública, que acudieron para valorar su situación y comprobar constantes vitales.
Pese a la atención recibida y a las recomendaciones sanitarias, Fran ha mantenido su postura de no abandonar la protesta hasta que las autoridades den una respuesta clara sobre el cierre del establecimiento. Personas de su entorno han mostrado su inquietud ante el desgaste físico que arrastra tras varios días sin alimentarse.
Un conflicto administrativo que deriva en crisis personal
La pareja ha denunciado públicamente que el conflicto con la administración local ha derivado en una situación límite, tanto a nivel físico como emocional. Además, han señalado que el clima de tensión generado en torno al cierre del local se ha visto agravado por amenazas y episodios de hostilidad, lo que ha incrementado su sensación de indefensión.
La situación sigue abierta y pendiente de una posible solución administrativa que permita poner fin a una protesta que ya ha tenido consecuencias graves para la salud de ambos.