El emérito desenfrenado asesta un palo internacional desde Nueva York a su hijo

Según recoge EsDiario, Nueva York ha vuelto a ser escenario de una aparición del Rey Juan Carlos. El Emérito ha viajado a la ciudad para participar, junto a sus compañeros del Bribón, en el Campeonato Mundial Abierto y Clásico Internacional de Seis Metros, que se celebra del 22 al 26 de septiembre. Su presencia no ha pasado desapercibida: no solo ha tomado parte a bordo del velero con el que aspira a revalidar el título, sino que además ha ejercido un papel “muy especial”. En plena ceremonia inaugural, presentó la Copa Rey Juan Carlos, un trofeo de carácter perpetuo que, a partir de ahora, se entregará junto al histórico Djinn al vencedor del campeonato.
No es un gesto menor. El Emérito, tricampeón del mundo de Seis Metros Clásicos y vigente campeón mundial y europeo de esta disciplina ha querido dejar su huella encargando personalmente la pieza de plata labrada y redactando el acta de donación. Louis Heckly, presidente de la Asociación Internacional de Seis Metros, agradeció públicamente su generosidad y, en tono distendido, bromeó con él: “El primer nombre en este trofeo debería ser el mío”. Don Juan Carlos, entre risas, aceptó el reto sin dudarlo.
La presentación fue recibida como una sorpresa en el Seawanhaka Corinthian Yacht Club, en Oyster Bay. Una velada de camaradería y viejas amistades sellada con una cena al atardecer, en la que participaron los representantes de 29 barcos llegados de siete países. En juego, desde ahora, dos copas: la tradicional y la que lleva el nombre del Emérito.
El propio Don Juan Carlos apareció en las imágenes sonriente, vestido con pantalón ocre, camisa blanca, chaqueta azul marino y corbata estampada. El bastón en la mano recordaba sus dificultades de movilidad, pero no le restaba entusiasmo. Para él, estas regatas son mucho más que una competición: son una forma de volver a sentirse en el centro del tablero. Nada de perfil bajo.
Y ahí surge el verdadero problema. Porque su estancia en Nueva York coincide exactamente con la visita oficial de Felipe VI a la misma ciudad, donde el monarca acude al debate general de la Asamblea de Naciones Unidas junto al presidente Pedro Sánchez. En Zarzuela, la coincidencia no ha sentado nada bien. Desde hace tiempo se insiste en que Don Juan Carlos mantenga un perfil bajo, lejos del foco mediático, pero el protagonismo adquirido en esta regata —con trofeo incluido y un despliegue de atención internacional— ha encendido de nuevo el malestar en la Casa del Rey.
El contraste no puede ser más evidente: mientras el Rey Felipe VI prepara su cuarta intervención ante la ONU y participa en encuentros con líderes mundiales, su padre brilla en otro escenario, el de las velas y los clubes náuticos. Se desconoce si habrá un encuentro entre ambos durante la estancia en la ciudad, aunque, de producirse, no tendría carácter oficial.
El Emérito permanecerá en Nueva York unos días más, antes de regresar a Abu Dabi, con o sin el título bajo el brazo. La Reina Sofía, por su parte, se encuentra en Washington, donde preside un simposio cultural, pero volverá antes a España.
El tablero de la realeza española vuelve a mostrar grietas: donde Zarzuela pide discreción, Don Juan Carlos responde con gestos cargados de simbolismo, capaces de eclipsar incluso la agenda internacional de su propio hijo.