Menos hectáreas siniestradas elevan un 5 % las indemnizaciones agrarias en 2025

El campo español ha registrado hasta noviembre un 12 % menos de superficie agrícola siniestrada, pero las indemnizaciones del seguro agrario superarán los 710 millones de euros, un 5 % más que en 2024. La reiteración de episodios climáticos extremos y el fuerte impacto en frutales, herbáceos y cítricos explican el elevado coste pese a la reducción de hectáreas afectadas.
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Menos hectáreas siniestradas elevan un 5 % las indemnizaciones agrarias en 2025

El campo español ha reducido hasta noviembre un 12 % la superficie agrícola afectada por siniestros, pero las indemnizaciones previstas superan los 710 millones de euros, un 5 % más que hace un año, según los últimos datos de Agroseguro.

Pese al descenso de hectáreas dañadas, el importe total de las compensaciones vuelve a situarse en niveles elevados como consecuencia de la intensidad y reiteración de los fenómenos climáticos adversos registrados a lo largo del año.

El último informe de siniestralidad de la Agroseguro, con datos a 30 de noviembre de 2025, refleja que la superficie agrícola siniestrada hasta la fecha asciende a 1.454.125 hectáreas, lo que supone un 11,5 % menos que en el mismo periodo de 2024.

Sin embargo, las indemnizaciones previstas alcanzan los 710,92 millones de euros, un 5 % más interanual, repartidas entre las líneas agrícolas, con 556,25 millones de euros; la ganadería por accidentes, enfermedad y pastos, junto con la acuicultura, con 66,46 millones; y la ganadería por retirada y destrucción de animales, que suma 88,21 millones de euros.

Más de 1,4 millones de siniestros declarados

En los once primeros meses del año se han registrado 1,4 millones de siniestros, de los cuales 1,2 millones corresponden a la retirada y destrucción de animales. A ellos se suman 104.467 siniestros agrícolas y otros 94.870 en los ámbitos de la ganadería y la acuicultura.

Los cultivos más afectados concentran 515,77 millones de euros en indemnizaciones, con especial incidencia en los frutales, que lideran el balance con 164,81 millones, seguidos de los cultivos herbáceos (126,6 millones), la uva de vino (72,58 millones), los cítricos (68,33 millones), las hortalizas (61,53 millones), la uva de mesa (11,78 millones) y el olivar (10,14 millones).

Daños desiguales según el tipo de cultivo

La comparación con el periodo enero-noviembre de 2024 muestra un fuerte incremento de las indemnizaciones en frutales (+79 %), así como subidas en cítricos (+10 %) y herbáceos (+4 %). Por el contrario, las compensaciones han descendido en uva de vino (-32 %) y ligeramente en hortalizas (-0,4 %).

En el caso de los frutales, los principales daños se produjeron por pedrisco entre marzo y abril en explotaciones de Cataluña y Aragón, a los que se añadieron las tormentas de mayo en Castilla-La Mancha y Murcia, y nuevos episodios de granizo durante el verano en el valle del Ebro.

Los episodios de fuerte viento, heladas y pedrisco del invierno afectaron de manera significativa a miles de hectáreas de cítricos en Andalucía, la Comunidad Valenciana y la Región de Murcia.

La fauna cinegética ha sido otro factor constante de siniestralidad en cultivos de cereal y leguminosas, que también sufrieron los efectos de las lluvias persistentes e inundaciones de marzo y abril, la ola de calor de mayo, los incendios de junio y las tormentas de julio.

Este año, las danas han sido menos intensas que las registradas en octubre de 2024, cuando se produjeron importantes daños en producciones de naranja, mandarina y caqui valencianos, así como en invernaderos de Almería.

Evolución climática mes a mes

Según el informe, enero estuvo marcado por un comportamiento climático muy variable, con heladas, fuertes vientos y pedriscos que afectaron a cítricos y hortalizas. Febrero presentó una mayor estabilidad meteorológica, aunque se registraron algunos siniestros en cítricos, hortalizas y herbáceos, además de daños por viento en instalaciones de frutos rojos en Huelva.

En marzo, la sucesión de borrascas cambió de forma radical la situación de sequía acumulada en los últimos años, y en abril continuaron las tormentas, con daños en cereales y frutales. Mayo volvió a estar marcado por la inestabilidad, con más de 204.000 hectáreas siniestradas, principalmente por pedrisco.

Junio registró récords históricos de temperatura y fuertes tormentas con granizo, concentrando por sí solo más de medio millón de hectáreas dañadas. La siniestralidad siguió siendo elevada en julio, con 249.000 hectáreas afectadas por pedrisco en herbáceos, uva de vinificación, hortalizas, frutos secos, cítricos y frutales.

En agosto, los efectos de la sequía, los golpes de calor y los incendios fueron moderados, mientras que septiembre reflejó las consecuencias acumuladas del verano, con falta de cosecha en el olivar. La siniestralidad de octubre fue dispersa y asociada a pedrisco, lluvias e inundaciones, y en noviembre las precipitaciones ayudaron a paliar el déficit hídrico previo, con daños de escasa extensión por viento intenso.

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