Diez años de Page al frente de Castilla-La Mancha: una década de cambios, avances y desafíos

El 24 de mayo de 2015 marcó un nuevo momento histórico en la política de Castilla-La Mancha. En esas elecciones autonómicas, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con el hasta ese momento alcalde de Toledo a la cabeza, Emiliano García-Page, logró una victoria ajustada, quedando a apenas 15.000 votos de diferencia del Partido Popular (PP) de María Dolores de Cospedal, que acumulaba un importante apoyo en la región. Sin embargo, en la proporción de escaños y en la tendencia política, el PSOE resultó ser la fuerza más votada. La participación fue elevada, alcanzando un 71,50% de la población castellanomanchega, en un contexto de alta movilización electoral que reflejaba el interés por el cambio ante los recortes y políticas de austeridad implementadas en los años anteriores.
Los resultados electorales otorgaron al PSOE 16 escaños, frente a los 15 del PP y los 2 de Podemos, partido que emergió rápidamente en esa fecha como una fuerza política decisiva. La suma de la izquierda —PSOE y Podemos— permitía formar un gobierno estable, y así, tras varios días de negociaciones y acuerdos, la investidura de Emiliano García-Page en julio de ese mismo año fue un triunfo tanto político como simbólico. La primera legislatura de García-Page se definió por un compromiso firme con revertir los recortes económicos y sociales impulsados por la Administración de Cospedal, que había llegado al poder en 2011 con una agenda marcada por la austeridad y la reducción del Estado de bienestar.
García-Page, en un gesto de honestidad, mantuvo una relación cercana con José García Molina, candidato de Podemos y vicepresidente segundo durante su primer mandato. En varias ocasiones dejó claro que su objetivo era lograr una mayoría absoluta para gobernar con mayor autonomía y sin depender de alianzas, y con esta estrategia logró gobernar con mayoría simple en 2015, y posteriormente, en 2019 y 2023, consiguió la significativa mayoría absoluta, la única en las últimas décadas en la historia autonómica de la región en manos del PSOE.
De una tasa de paro cercana al 30% al 12,5%
Las políticas de García-Page en estos diez años han estado marcadas por su rechazo firme a las políticas de recortes y por un compromiso de recuperación social, económica y territorial. La recuperación de derechos sociales, impulso de la sanidad y la educación públicas, y la apuesta por la innovación y eficiencia en las instituciones son algunos ejemplos de su gestión. La recuperación del empleo ha sido uno de los mayores logros: en 2015, Castilla-La Mancha enfrentaba tasas de paro cercanas al 30%, herencia de los recortes de Cospedal, pero actualmente esa cifra se ha reducido al 12,5%, en línea con las mejores comunidades autónomas, con especial atención en la mejora del empleo femenino y juvenil. En estos años han aumentado las políticas activas de empleo y los programas específicos dirigidos a mujeres y jóvenes. Además, el Ejecutivo regional presentará antes de finalizar este año 2025 la nueva ley autonómica contra la brecha salarial que busca reducir desigualdades laborales de género y consolidar un marco de igualdad efectiva.
En materia económica, Castilla-La Mancha en 2025 experimenta un notable crecimiento. El Producto Interior Bruto (PIB) alcanzó los 53.929 millones de euros, reflejando una recuperación efectiva tras los años más duros de la crisis y la pandemia. Además, la región ha establecido récords en exportaciones, con crecimiento sostenido en sectores estratégicos como la agroindustria, automoción, energías renovables y el sector tecnológico. Las exportaciones crecieron en un 20% en los últimos cinco años, a pesar de las dificultades internacionales, como la guerra en Ucrania y la inestabilidad en Oriente Medio, que han afectado particularmente a los mercados globales.
La pionera Ley contra la Despoblación
Uno de los hitos más relevantes en su gestión ha sido la aprobación de la Ley de Reto Demográfico, conocida popularmente como la Ley de la Despoblación o la “Ley Guijarro”, en honor al vicepresidente primero, José Luis Martínez Guijarro. Con esta norma, Castilla-La Mancha ha implementado un conjunto de medidas innovadoras en todo el país, que incluyen ventajas fiscales específicas para el medio rural, inversión en infraestructuras, mejoras en las conexiones por carretera y la puesta en marcha de programas de digitalización y teletrabajo en zonas rurales. Desde su aprobación, la población en áreas rurales ha empezado a crecer por primera vez en décadas, superando los 2,1 millones de habitantes, un dato que contrasta con las tendencias negativas anteriores y refleja un cambio en la política de repoblación y sostenibilidad.
El impulso por el medio rural también ha llevado a inversiones en tecnologías verdes y energías renovables, convirtiendo a Castilla-La Mancha en una región pionera en energía solar y eólica, con proyectos que generan miles de empleos y fomentan la transición ecológica. Además, la región ha sido reconocida en múltiples foros europeos por su innovación en el uso de fondos Next Generation EU para potenciar la economía local y promover la cohesión social.
De estar a la cola en gestión de la dependencia a liderar
En el sector social, Castilla-La Mancha ha dado un salto importante. En 2014, era la región peor gestionada en materia de dependencia, pero los avances en estos años han permitido que hoy ocupe una posición destacada, con mayor inversión en residencias y centros de día, y una atención personalizada que ha reducido las listas de espera y mejorado la calidad de vida de miles de personas mayores y con discapacidad. La sanidad pública, uno de los mayores orgullos del gobierno de García-Page, ha experimentado una revitalización: obras paralizadas durante la época de Cospedal han sido retomadas, y se han inaugurado hospitales en Toledo, Guadalajara, Cuenca, junto con nuevas unidades en Puertollano y Albacete, que están dotadas con tecnología de última generación y un incremento en el personal sanitario, actualmente con unos 12.000 profesionales más en el sistema público.
La educación en Castilla-La Mancha también ha dado pasos de gigante: aumento en el número de docentes, reducción de ratios en las aulas —las menores en todo el país—, ampliación de la oferta universitaria en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), y la gratuidad en las primeras matrículas universitarias y en las escuelas infantiles de 2 a 3 años. El compromiso con la equidad y la calidad educativa es una prioridad, con programas de formación y apoyo a alumnos en situación de vulnerabilidad.
Seis sentencias avalan un uso justo del Trasvase
Uno de los asuntos que ha marcado el mandato ha sido la controversia por el Trasvase Tajo-Segura. García-Page ha liderado una postura firme en la defensa de los intereses de Castilla-La Mancha frente a los episodios de sequía y el uso desigual del agua entre comunidades autónomas. La región se ha posicionado como una defensora de un uso más justo y sostenible del recurso hídrico, promoviendo cambios en la normativa del trasvase, avalados por hasta seis sentencias del Tribunal Supremo, que buscan limitar su impacto en los ecosistemas y en las zonas de la región que más sufren los efectos del cambio climático.
Socialmente, la estabilidad y el clima político en Castilla-La Mancha también han sido una de sus señas de identidad. En contraste con el clima tenso en la política nacional, la región mantiene un diálogo constructivo entre los partidos, con iniciativas bipartitas para reformas en el Estatuto de Autonomía y proyectos de ley que fortalecen la cooperación entre instituciones, sindicatos, empresarios y organizaciones sociales. Esto ha explicado en buena medida el buen ambiente en la gestión pública y la confianza empresarial, que ha favorecido inversiones y generación de empleo.
Pero no todo ha sido fácil para García-Page. La gestión de crisis como la pandemia de COVID-19 y las devastadoras lluvias de la Dana en 2024, que arrasaron localidades como Letur y Mira, han puesto a prueba su liderazgo. Castilla-La Mancha sufrió la pérdida de 8.584 vidas en la pandemia, y su gestión destacó por la rápida campaña de vacunación, siendo la primera comunidad en vacunar a una residente en la Residencia Los Olmos, en Guadalajara, símbolo del esfuerzo sanitario. Las inundaciones y emergencias posteriores reforzaron su compromiso en la respuesta inmediata, con planes específicos de reconstrucción y modernización, como los planes “Letur 2028” y “Mira 2028” que buscan prevenir futuras catástrofes y promover la recuperación social y económica.
Perspectivas futuras
El balance de estos diez años de Emiliano García-Page en el Gobierno autonómico refleja un período de transformación profunda, pese a los obstáculos y las crisis. La región ha mejorado en indicadores sociales y económicos, ha avanzado en sostenibilidad, justicia social y cohesión territorial. El reto ahora consiste en seguir consolidando estos logros, mantener el impulso y afrontar desafíos pendientes, como la plena igualdad salarial, la innovación en economía y la sostenibilidad ambiental.
Con una base sólida y un consenso social, Castilla-La Mancha mira hacia el futuro con esperanza, confiada en que aún quedan caminos por recorrer para convertirse en una comunidad más equitativa, próspera y resiliente.