Telebasura y diplomacia

No es simple casualidad que la figura del "sheriff" en las películas del Oeste pueda ser indistintamente un héroe o un gánster, y casi con la misma proporción de posibilidades.

En la actualidad el “sheriff” instalado en la casa Blanca y por ende en el despacho Oval, corresponde a la segunda modalidad de "sheriff": la de gánster.

Esto lo sabe todo el mundo, pero por diplomacia, y sobre todo por la Ley del más fuerte, que todos hemos asumido, conviene no decirlo en voz alta, a pesar de la libertad de expresión y de la "primera enmienda", tan nombrada.

Era previsible que la telebasura y su máxima expresión, el reality show, acabaría ocupando el despacho oval para, desde allí, irradiar su influjo tóxico al mundo entero. Se cierra así un círculo que desde su matriz original, pasando por las colonias sumisas y entregadas, acaba retornando a la fábrica principal.

El momento es propicio porque quien ocupa hoy la Casa Blanca es un experto y participante en reality shows.

La alta política hoy se reduce a una amalgama de "tratos" y trampas, negocios sórdidos, tierras raras y minerales oscuros, espectáculo, amenazas mafiosas y también bélicas (la tercera guerra mundial), muchos muertos, gansterismo en directo, y humillación televisada de la que, por cierto, todos somos víctimas.

El imperio de los payasos ha resultado no ser cómico. Ni siquiera con la broma por medio que aduce que esa encerrona a Zelenski, en forma de espectáculo global, es en realidad una manifestación de la "libertad de expresión". O aceptas el trato o date por muerto. Querían a Zelenski arrodillado y no se dejó. Entonces suspendieron el show y mandaron salir a la prensa.

Ese no arrodillarse ante el poder imperial, resulta sorpresivo e inusual incluso para Europa.

Se sabía desde tiempo atrás que Trump es experto en “tratos” mafiosos (o aceptas o date por muerto) y también en reality shows. Además es conocida su condición de delincuente condenado por la justicia. Hasta ahí todo concuerda.

La diplomacia a la medida de este sujeto tenía que resultar más o menos así.

Hoy ya nadie desconoce que el chantaje es el modus operandi de Trump, y que cualquiera que contradiga sus apetitos puede ser víctima de ese chantaje o el próximo "nominado" en un espectáculo de masas.

Su carácter vengativo es lo que más sobresale en su personalidad. Forma parte también de ese carácter ser cruel con las víctimas y condescendiente con los agresores.

Para darle un toque "elitista" (o supremacista) a la garrulez mafiosa de la ultraderecha instalada en la Casa Blanca, hizo su aparición también durante esa ceremonia una especie de "racismo del traje".

A un periodista de la cuerda trumpiana le pareció más irrespetuoso el hecho de que Zelenski acudiera sin un traje formal al despacho Oval (sus motivos simbólicos tiene Zelenski), que instalar en ese despacho como presidente a un gánster condenado por la justicia. Introducir esa apreciación sobre la forma de vestir en el momento preciso, denota la estrategia comunal de las hienas.

Es el mundo de hoy, al que nos ha traído el mundo de ayer por caminos equivocados.

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