OTAN no. Bases fuera

"OTAN NO, BASES FUERA" fue un lema que hizo historia en España cuando los socialistas eran de izquierdas antes que de derechas, aunque luego algunos de ellos y muy influyentes acabaron siendo de Margaret Thatcher antes que de Olof Palme. O sea, de derechas antes que de izquierdas.

Sí, ya sé que está feo en un tiempo tan posmoderno como el que vivimos, decir derecha o izquierda, y que solo es aceptable decir "centro" (un centro que no lo es) o "Gran coalición" (la gran coalición de lo “único y sin alternativa"). Pero aquellos términos tan vetustos siguen siendo útiles para entendernos y nombrar la sustancia que encierran los hechos políticos, económicos, y sociales. O al menos son términos más útiles que otros que juegan al camuflaje, como "reformas", "centro", "globalización", o “libertarios".

En esa transformación tan radical que decimos, que algunos juzgaron hacia la modernidad, y en realidad lo era hacia la posmodernidad, sus involuciones, y sus puertas giratorias, jugó un papel importante otro lema, muy propio de un vendedor de mantas: "OTAN, DE ENTRADA NO". Aunque luego fue que sí, como era de esperar. O sea, que en vez de una manta fue una alfombra, y en vez de OTAN NO (que se dijo para ganar las elecciones), fue OTAN SÍ, una vez que estaban ganadas.

Quien nos vendió esa manta (o alfombra) y toda la serie, cobró con ello fama de buen estadista, para la cual fama era requisito imprescindible en aquel tiempo y en el nuestro, declararse fiel vasallo de Estados Unidos. Luego ya, lo que Estados Unidos haga en el mundo y sus alrededores, o a través de sus bases militares (casi siempre nada bueno), carecía y sigue careciendo de importancia.

Acoger en el propio territorio soberano (o casi) una pacífica base militar estadounidense, con el prestigio que eso daba, podía tener el contratiempo minúsculo (unos cuantos megatones) de que se cayeran varias bombas atómicas de una sentada de un avión bombardero americano en tránsito, accidentado en su maniobra de abastecimiento de combustible en vuelo. Pecata minuta, pues al fin y al cabo éramos (y somos) una provincia del imperio, y sobre quiénes caían aquellos artefactos atómicos sin ocasionar víctimas directas, que se sepa (salvo los tripulantes de las naves accidentadas), eran (y somos) súbditos o vasallos del emperador.

"El incidente de Palomares fue un accidente nuclear ocurrido en la localidad española de Palomares, perteneciente al municipio de Cuevas del Almanzora (Almería), el 17 de enero de 1966. En el contexto histórico de la Guerra Fría, dos aeronaves de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF), un avión cisterna KC-135 y un bombardero estratégico B-52, colisionaron en vuelo en un maniobra de abastecimiento de combustible. Esto provocó el desprendimiento y la caída de las cuatro bombas termonucleares B28 que transportaba el B-52, así como la muerte de siete del total de los once tripulantes que sumaban ambas aeronaves".

"A finales de los años 1980, la contaminación residual era de 2500 a 3000 veces superior a la de las pruebas atómicas". Nos informa la Wikipedia.

Al tiempo que contemporizábamos con este estado de cosas que venía de atrás, de ese hilo rojo nunca interrumpido, el vendedor de mantas y sus colegas, ya embalados, nos animaron a participar en la "cultura" del pelotazo, muy propia de aquellos tiempos yupis. Un estilo yupi y un estilo yanki, se fusionaron en el inconsciente colectivo como el no va más del progresismo y la modernidad.

El resultado de tal "cultura" del pelotazo fue que España se corrompió hasta los tuétanos y acabó en calzoncillos. Se robó de dinero público lo que no está escrito, se labró el germen del bipartidismo bien llevado, y acabamos dándole forma hollywoodense a todo ello con aquello de la “Expo".

En el transcurso de tales acontecimientos modernizadores, apareció un guardia civil con pistola, y otros cuantos con metralleta, pegando tiros en el congreso de los diputados. Lo que dio motivo a que el rey emérito se luciera, aunque dicho lucimiento hasta el propio Anson ha confesado que tiene trampa y fue un fraude.

También fue ocasión aquel episodio pintoresco para que un militar salvador de la patria (el general Armada, muy amigo del emérito) se presentase allí con un papel en el que figuraban los titulares de un gobierno no electo -también salvador de la patria- en cuya vicepresidencia aparecía casualmente aquel vendedor de mantas y renombrado estadista. El caso es que aquello no cuajó, pero el invento siguió adelante.

El general Armada acabó en prisión, por golpista, pero fue indultado por el gobierno del vendedor de mantas (Felipe González), el mismo que aparecía como vicepresidente en su proyecto de gobierno golpista. ¿Lo pillan?

También fueron indultados en su momento Vera y Barrionuevo, las cabezas visibles del terrorismo de Estado de los GAL. No quita que la cabeza invisible de esa infamia siga dando lecciones de decencia y buen hacer democrático.

De aquel asalto al congreso de los diputados con pistola y metralletas se dice que los americanos estaban informados antes de producirse. O sea, más hilo rojo. O negro si lo prefieren.

Y así, hilando e hilando llegamos al presente, en el que aún somos miembros de un club militar muy selecto y letal que ha producido más muertos inocentes que una retahíla de pandemias juntas, y cuyo dueño actual nos insulta y nos amenaza a diario.

Ya son ganas.

No menos estrambótico es el hecho de que los líderes europeos, en el marco e la OTAN, hayan suscrito y firmado recientemente el incremento del gasto de hasta el 5% del PIB en la compra de armas americanas, conminados por la orden inexcusable de Trump, que al parecer maneja nuestras finanzas a su antojo y que asegura que ha de anexionarse (sí o sí) Groenlandia y Canadá. ¿Lo pillan? Yo no.

Lo último es que el dueño de ese club, Donald Trump, ha utilizado hace pocos días una base militar estadounidense en territorio español casi soberano (la de Morón), para atacar a Irán y vulnerar una vez más el Derecho internacional, convirtiéndonos de paso en objetivo legítimo de aquellos que fueron ilegalmente atacados.

Y todo esto sin informar al gobierno español. Lo dicho:

"OTAN NO, BASES FUERA".

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