La radio y el kit
Recuperé una radio vieja, de un baúl. No sé si llamarla analógica o simplemente radio. Va por pilas y entiendo que va por ondas. Así que creo que servirá como elemento fundamental del kit de supervivencia que Bruselas nos recomienda a los ciudadanos tener en casa como parapeto frente a futuros, y ya casi inmediatos, imprevistos.
Que ahora son imprevistos de una era distópica, así que son imprevistos de otra índole, y pueden ser ciberataques, enjambres de drones, estafas financieras, guerras atómicas, desastres climáticos, o pandemias letales.
Lo importante, según Bruselas, es que los instrumentos del kit de supervivencia no sean digitales, que es lo primero que puede fallar o ser atacado por el enemigo. Y el dinero mejor que no sea en criptomonedas, y menos si es de las que promocionan Trump o Milei, sino del antiguo, contante y sonante.
Todo esto conviene tenerlo en buen estado de uso por si un día de Estos a Trump le da por atacar Groenlandia y nos vemos obligados a defender a los daneses, que aunque suena raro cada vez es más probable.
Esta estrategia de kit, un tanto pedestre (linterna, cerillas, velas, navaja suiza...), que me recuerda cuando de niños nos íbamos de campamento a Navasfrias o a San Miguel de Valero con la parroquia, demuestra que nuestra civilización digital es un espejismo y puede derrumbarse en un santiamén. El kit es una invitación a descender en nuestro nivel de civilización varios grados (al menos durante tres días / 72 horas) para salvar nuestra civilización precisamente. Es increíble lo que puede hacerse con una navaja suiza.
Como ya todo se hace por internet o a través de inteligencia artificial, y ahora resulta que ese es un punto débil por el que nos pueden hacer un daño atroz, considero que en las prácticas de entrenamiento para la supervivencia debería recuperarse la figura del "cobrador", que algunos recordamos de nuestra infancia, cuando las facturas de la luz, de la basura, o de la funeraria, las cobraba puerta por puerta un individuo, por lo general amable, que además se hacía conocido y casi amigo, y que llevaba colgado en bandolera un bolso de cuero curtido por el uso, donde tintineaban las monedas y siempre había cambio.
Aunque pensándolo bien, opino que lo analógico puede ser tan frágil y susceptible de ser atacado (al menos desde una perspectiva de guerra psicológica), como lo digital. Y si no, recuerden la que preparó Orson Welles con aquella "Guerra de los mundos" y la espectacular invasión extraterrestre de la Tierra que transmitió el genio Welles vía ondas de radio, y que obró como un bulo de dimensiones espectaculares y terroríficas.
O las que preparaba a diario Goebbels a través del mismo instrumento.
Pensemos que un bulo bien diseñado y de las dimensiones adecuadas, puede ser tan destructivo como una bomba atómica.
Nuestros estrategas deberían pensar en esto también. Aunque si me pongo un poco paranoico puedo llegar a sospechar que son nuestros propios estrategas los que ya ejercen una guerra psicológica contra nosotros para convencernos de que desembolsemos 800.000 millones de euros para armas. Que compraremos a Trump para que tenga presupuesto suficiente con el que atacar Groenlandia... O Canadá.
Entiendan o no entiendan algo de este galimatías, nunca estorba tener una caja de cerillas y un juego de velas en un hogar previsor.
Desde luego hay una novedad sorprendente, y es que los países del Norte (los más ricos del continente) nos piden solidaridad ahora a los del Sur (los más pobretones). Que son los mismos países del Norte que cuando la estafa financiera (neoliberal) de 2008 nos apretaron bien las tuercas y nos impusieron recortes (que no reformas) del Estado del bienestar, a cambio del "rescate" de los bancos tramposos.
De esos recortes surge el malestar social que nos invade y el auge de la ultraderecha, incluido el triunfo de Trump. Así que no sé si fiarme de sus estrategias.
La otra novedad de estos días -que huelen a pólvora- es llamar al chantaje y la imposición que nos dicta Trump, "autonomía estratégica" de Europa.
Por si no nos había quedado claro el concepto de "autonomía", hace unos días, Rutte, jefe de la OTAN (que fue de los que nos apretaba con más ímpetu las tuercas a los del Sur imponiendo recortes sociales a cambio de rescate), dijo bien claro que si no le hacemos caso a él, como jefe de la OTAN, y soltamos inmediatamente la pasta (800.000 millones de euros), pasta que irá a parar a los bolsillos de Trump, para que siga implementando su programa neofascista e imperial, atacando por ejemplo a Groenlandia o Canadá, vendrá el propio Trump en persona (y tiene muy poca paciencia, dice Rutte) a decírnoslo.
O sea, "autonomía estratégica" de Europa que consiste en seguir diciendo “Si, bwana" al amigo (cada vez más enemigo) americano.
Aquí el tal Rutte, se manifiesta y actúa como un delegado trumpiano de amenazas imperiales.
Que -no lo olvidemos- es un imperio de orden neoliberal y de avidez territorial insaciable.