El apagón

En este momento seguimos sin saber las causas concretas del apagón histórico del lunes 28 de abril. Algunos expertos han expresado sus hipótesis. Otros han recordado sus advertencias sobre el hecho de que un apagón como el que hemos vivido, podía ocurrir.

Hay dos posibilidades especialmente graves:

Una es la del ciberataque, que significa que estamos en guerra con alguien. Una posibilidad nada excepcional en un tiempo en que las guerras y las matanzas de civiles se han normalizado, de la misma forma que se ha normalizado la vulneración del Derecho internacional. Los crímenes de guerra cada vez son más frecuentes y más impunes.

El apagón ha coincidido además con el hecho de que Bruselas nos había recomendado, no hace demasiados días, tener preparado un kit de supervivencia (al menos para 3 días) con el que hacer frente a situaciones más o menos inminentes. Ni que lo hubieran visto venir. Escribí un artículo sobre este asunto ("La radio y el kit") el 29 de marzo.

Como parte integrante de ese kit, y entre otros útiles pedestres, se recomendaba tener una radio por pilas, linterna, velas, dinero en metálico, etcétera.

Este lunes pasado, con motivo del apagón generalizado, que se ha calificado de excepcional e histórico, muchos salieron corriendo a las tiendas y los supermercados, para hacerse a toda prisa con algunos de los elementos del kit "analógico" de supervivencia. Esa compra había que hacerla con dinero en metálico (otro elemento del kit), porque ya estábamos de lleno dentro de la incidencia, con caída de toda la red (fallo catastrófico de lo digital, internet, inteligencia artificial, etcétera), demostrando que nuestra dependencia de la electricidad y por tanto nuestra vulnerabilidad, es máxima.

Dada esa dependencia y esa vulnerabilidad, no es de extrañar que algunos califiquen nuestra red eléctrica (la energía en general) de sector estratégico. Se hace por tanto raro y bastante incomprensible que su control y explotación esté en manos privadas.

La otra posibilidad -grave también- que explique lo que ha ocurrido, no proviene de la fiebre bélica que estamos pasando ni de esta nueva "guerra fría" en la que vivimos inmersos con posibilidad muy real de ciberataque (añadida esa “guerra fría” a las “guerras calientes” y sangrientas ya en curso), sino de la codicia y su actual poder político, rasgo fundamental de nuestro tiempo.

Se derivaría por tanto del peso cada vez mayor de la plutocracia, cuyos intereses y códigos de conducta no tienen nada que ver con los nuestros, o al menos con los códigos de conducta e intereses públicos.

Algunos analistas y políticos plantean desde esta perspectiva, contraria a la plutocracia que nos invade, el siguiente panorama:

Los mismos que han vendido nuestra democracia al mercado (los de las puertas giratorias, para entendernos) son los que han puesto nuestros servicios esenciales y de interés público (energía, sanidad, educación...) en manos de plutócratas y bajo la bota de sus intereses. En este sentido algunos expertos (técnicos) explican que estos "apagones" podrían evitarse implementando unos determinados "sistemas de estabilización" con los que hacer frente a inestabilidades y fluctuaciones de la red eléctrica, mayores al parecer por la exigencia muy razonable y conveniente de pasarnos a las energías renovables como imperativo para frenar y combatir el cambio climático. Estos "sistemas de estabilización" tienen un costo económico. Ese costo económico no encaja bien, al parecer, en el objetivo prioritario de máximos beneficios que rige la conducta de las compañías privadas. Que por otra parte presentan unos beneficios económicos desorbitados, propios de plutócratas y ajenos al interés general, mientras nuestras facturas son cada vez más temerosas e inasumibles, aparte del caos confuso de comercializadoras y demás, muy proclive al engaño y la estafa. Lo cual aconseja, desde esta forma racional y razonable de ver las cosas, la necesidad de un mayor control público y estatal (¿nacionalización?) de lo que son servicios esenciales y estratégicos.

"La red eléctrica debe de estar en manos públicas. Es un sector estratégico y hoy esta privatizado y opera no como un oligopolio, sino como un monopolio” (El País), ha dicho a raíz de estos sucesos Yolanda Díaz, líder de SUMAR.

Por otra parte "Podemos ha solicitado al Gobierno que intervenga de forma inmediata las sedes de estas compañías privadas para que entreguen los datos de los que dispongan y conocer así, “hasta el último detalle”, las causas que llevaron a la caída del sistema. “Para eso están las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y la Fiscalía”, ha subrayado en rueda de prensa el portavoz y secretario de Organización del partido, Pablo Fernández. La formación también ha anunciado que registrará en el Congreso una proposición de ley para la creación de una empresa pública de energía financiada con la partida de casi 10.500 millones de euros destinados al plan de seguridad anunciado la semana pasada por Sánchez". (El País).

De lo que no cabe duda es que la plutocracia (que es incompatible con la democracia) no nos conviene.

Como no nos convienen las puertas giratorias y todos aquellos mecanismos por los que la democracia y el interés público se venden al mercado y a los intereses privados.

Hemos comprobado ya suficientemente que por esa vía de la plutocracia se va al trumpismo, y a través del trumpismo se llega al apagón. Apagón de la democracia y apagón de los servicios básicos y esenciales.

Por cierto, crece la ola de la respuesta indignada contra la plutocracia y su tiranía en Estados Unidos, liderada por el senador Bernie Sanders.

Que al final la causa responsable de este apagón sea una u otra, no anula el hecho más amplio de que la plutocracia actual, que lamentablemente es el medio ambiente que hemos normalizado, es un cáncer letal para nuestra democracia y nuestros servicios públicos y esenciales.

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