Cacocracia en directo

Plutocracia, cacocracia, y tecnocracia, constituyen hoy el triunvirato que gobierna el mundo.

Es lógico que una "síntesis cultural" de esta índole (muy posmoderna por cierto), aspire a convertir el escenario real de un genocidio en el lugar idóneo para el negocio fantasioso del esparcimiento hortera, tipo Riviera, pero en Gaza y envuelto en sangre palestina.

Es un ejemplo de cómo en nuestros días el sadismo hace buenas migas con la horterada. Y es como proponer convertir Auschwitz y otros campos de exterminio en discotecas de verano.

Hoy Gaza es un campo de exterminio, sobre cuya sangre, Trump y Netanyahu pretenden levantar un emporio inmobiliario y turístico.

Quizás por esa normalización tan anormal de lo obsceno (el crimen como condimento esencial de nuestra cotidianidad), tiene sentido hablar de “cacocracia” y es lógico que algunos judíos honestos de Nueva York hayan recibido estos días al líder ultraderechista israelí Ben Gvir, de visita en la ciudad y ministro de seguridad nacional del gobierno de Netanyahu hasta enero de 2025, con los gritos de nazi, terrorista, y asesino, y le hayan dicho a la cara que tiene las manos manchadas de sangre inocente, invitándole a que se vaya de su ciudad, porque allí no es bien recibido.

En cuanto al triunvirato que hoy ostenta el poder en el mundo, es difícil saber en qué orden de preeminencia hay que colocar los términos de esa serie: Plutocracia, cacocracia, y tecnocracia.

Con los dos primeros podríamos jugar al intercambio de puestos (primero y segundo) sin notar la diferencia. Es un auténtico dilema filosófico y político, con repercusiones incluso en el protocolo (lo estamos viendo ya en la nueva Casa Blanca) saber si cacocracia va antes que plutocracia, o al revés. Democracia desde luego se cae de la lista y no está entre los invitados al banquete "libertario" de la ausencia de reglas y las masacres sin ataduras.

La relación entre Margaret Thatcher (política neoliberal, promotora de la desregulación) y Pinochet (delincuente y asesino, que se saltó todas las reglas), despreciadores ambos de la acción legítima de la justicia internacional, ilustra el camino que nos ha traído hasta aquí. Un aquí y ahora que incluye el genocidio en Gaza.

El concepto cacocracia nos invita por tanto a reflexionar sobre la diferencia entre políticos que se corrompen con el tiempo (un clásico) y delincuentes que ya vienen de casa corrompidos y que invaden y se adueñan de la política (una novedad sobresaliente de nuestro tiempo).

A Trump, que fue aprendiz de un mafioso (véase la película “El aprendiz” del director Ali Abbasi) y al mundo trumpiano hay que situarlos en esta segunda modalidad.

Por intuición queremos suponer que la tecnocracia siempre debe ocupar el último puesto de ese triunvirato, condicionada por su origen instrumental. Sobre esto no parece haber discusión. Al menos hasta que las máquinas super-evolucionadas y revolucionadas, en forma de inteligencia artificial, pasen de instrumentos a jefes, se hagan con el poder definitivo, y nos conviertan en sus siervos, posibilidad que ya se apuntaba en la película "2001: una odisea del espacio", del director Stanley Kubrick.

Conviene revisar por tanto las películas de ciencia ficción y las distintas fantasías sobre distopías diversas, porque parecemos empeñados en hacerlas realidad.

He leído estos días un artículo de André Gorz, ya fallecido, judío que conoció y sufrió el nazismo, filósofo, ecologista, altermundista, y más cosas. El artículo, que es de julio de 2008 (el año de la estafa financiera neoliberal que condujo al austericidio e inauguró nuestra época), se titula "La salida del capitalismo ya ha empezado", y en él hace referencia a la serie distópica de "Mad Max" como ejemplo y anticipación de lo que puede ser una de las posibles formas de salida del capitalismo que está llegando a su fin: la salida en forma de barbarie.

Hay sin embargo -y resaltarlo es el objetivo de su artículo- otras formas más civilizadas de salir de este agujero histórico, que marca el final del capitalismo depredador y no sostenible.

De momento no estamos acertando con la "salida" correcta.

Efectivamente, estamos en 2025 y nuestra realidad actual tiene la forma definida de un cómic distópico protagonizado por bárbaros, genocidio en directo incluido.

Leo también estos días en la prensa en relación a un regalo lujoso en forma de avión millonario que una dictadura árabe y criminal hace a Donald Trump, por su cara bonita y su frente despejada. Leo también sobre un negocio de criptomonedas que le ha enriquecido a él y a su familia en un plis plas, con la contraprestación a los que han colaborado en esa empresa del derecho a participar en unos fastos probablemente horteras, y un tour por la Casa Blanca. Nos faltan de fondo los sones melodiosos del arpa de Nerón, aunque algo parecido a un zumbido de motosierra (el nuevo icono de los bárbaros) parece escucharse en la distancia.

Leo también retrospectivamente -es una noticia de 2018- que ante la petición de Donald Trump al museo Guggenheim por aquellos días de un cuadro de Van Gogh para adornar la casa Blanca, el museo se negó con distintas excusas, pero le ofreció a cambio un inodoro (usado) de oro, incluidas las instrucciones para su uso (real) y mantenimiento, obra del artista italiano Maurizio Cattelan y que normalmente se interpreta (esa obra de arte con forma de wáter dorado) como una sátira directa y bastante escatológica a determinada riqueza excesiva y no muy limpia en los Estados Unidos.

Lo de cacocracia y wáter alumbra instantáneamente una asociación de ideas que no es necesario explicar.

Sigo atónito también la evolución del silencio, la pasividad, las “revisiones” a destiempo, y la hipocresía de muchos de nuestros dirigentes europeos y occidentales respecto a los crímenes y el exterminio en Gaza.

La justicia no practicada en su día respecto a la guerra de Irak, se completará con la justicia no practicada respecto al genocidio de Gaza. El asesinato del Derecho internacional tiene por tanto más de un sospechoso y más de un encubridor, y es casi seguro que no resucitará.

Junto con el Derecho internacional muere la idea de Occidente y "retorna" a nuestro mundo posmoderno la barbarie medieval. Lo cual demuestra que los bárbaros no vendrán de fuera, como nos predican a diario, sino que los teníamos ya muy dentro.

Escucho a Borrell afirmar que la mitad de las bombas que caen sobre Gaza y matan a diario a mujeres, niños, y hombres inocentes, en un intento indisimulado de genocidio y limpieza étnica, se fabrican en Europa.

Distopía por tanto parece la palabra adecuada para nuestro momento, pero también otras más clásicas como dictadura y fascismo. Barbarie en suma, aunque se vista de etiqueta y se maquille de posmodernidad.

Abunda el conformismo y cunde la desesperanza ante este "fascismo del fin de los tiempos", pero al mismo tiempo se barrunta que este sistema tiene los días contados.

De nosotros depende lo que venga después. O dicho en las palabras de André Gorz, de nosotros depende qué tipo de "salida" escogemos: la barbarie simbolizada en la motosierra y un wáter de oro, o un mundo más justo, más pacífico, y necesariamente más sobrio y sostenible.

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