Mejor ser que parecer

Somos muchos los que nos preguntamos qué necesidad hay de inflar, engañar o falsificar supuestos títulos académicos. No se sabe bien si es vanidad, falta de escrúpulos o ganas, sin darse cuenta, de engañarse a sí mismos.

Las dudas surgen a raíz de la crisis de títulos que se ha abierto en canal a raíz de la dimisión de Noelia Nuñez, una mujer joven que se atribuyó títulos que no tenia. A raíz de este lamentable hecho se ha abierto la caja de Pandora y hay CV que han desparecido de instituciones y partidos o que se han corregido deprisa y corriendo.

Los servidores públicos no están obligados a ser titulados universitarios y muchos menos a supuestos másteres aunque nunca está de más, cuando menos, un cierto nivel de formación. Sí están obligados a ser honrados con los ciudadanos y sus respectivos partidos, y esta honradez no solo consiste, por supuesto, en tener los bolsillos de cristal y las manos limpias, sino en presentarse ante la opinión pública como realmente son. Si eres licenciado, estupendo y si no lo eres, dónde está el fallo. En general, en la vida y sobre todo en política, lo correcto es ser y no parecer. Así no se engaña a nadie y, lo que es tan importante, no se engaña uno a sí mismo.

La otra vertiente de esta caja de Pandora es el ensañamiento con los que han sido descubiertos en su engaño. Reconocido éste y apartados de sus funciones, ahí debería acabar la historia. No es necesario para establecer ejemplaridad ensañarse con los que han engañado, porque muchos de ellos bastante penitencia tienen por sus actos. La ejemplaridad debe preservarse con los controles necesarios, con la verificación previa de los méritos que cada cual se atribuye, pero la estrategia del ensañamiento sólo conduce a titulares nada reconfortantes.

Para no abrumarnos habrá que incidir una y mil veces que la inmensa mayoría de nuestros políticos, en todos los niveles, son personas honradas y necesarias, porque si hay alguna dedicación digna esta es la dedicación al servicio público y está dignidad debe ir acompañada de la verdad.

Vivimos tiempos en los que parecer es más importante que ser. Ocurre entre los jóvenes que modifican sus fotos para parecer más guapos, más altos y más delgados para sus fotos en redes. Ocurre y a la vista está en la demanda, tanto entre hombres como entre mujeres, de operaciones de estética para parecer más joven, lo que no deja de ser patetico. Borrar arrugas no borra los años pero da más miedo envejecer que engañarse a uno mismo con arreglos estéticos.

En España hay muchas tareas pendientes, y una de ellas es llegar a un gran acuerdo nacional para establecer normas a la hora de enfrentarse a casos como los ya conocidos. Unos baremos comunes para evitar los lamentables espectáculos que hemos presenciado para evitar que la fatiga de los ciudadanos vaya a más.

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