Zarzuela no pudo taparlo: la Infanta Elena, muy perjudicada en la noche madrileña

Según recoge EsDiario, mientras en Barcelona los focos apuntaban al Rey Felipe VI, a Doña Letizia y a sus hijas —Leonor y Sofía— cumpliendo con los compromisos institucionales de los Premios Princesa de Girona 2025, en otro rincón más discreto del mapa, la familia Borbón escribía un capítulo mucho más informal... y sin discursos.
A las afueras de Madrid, en la finca Los Molinillos, se celebraba el 90 cumpleaños de Carmen Fernández de Araoz, conocida como Piru entre los suyos. La ocasión no era menor: Piru no solo es una figura histórica en su círculo, sino que su nieto, Juan Urquijo, es nada menos que la pareja de Irene Urdangarin, que no faltó a la cita. Tampoco lo hizo la Infanta Elena, que acudió como representante familiar en lugar de su hermana la Infanta Cristina, ausente esta vez.
La finca, situada en Navalagamella, es conocida por algo más que por cumpleaños longevos: allí mismo José Luis Martínez-Almeida pidió la mano a Teresa Urquijo, la hermana del novio de Irene. Una especie de tablero genealógico donde las ramas se entrecruzan con la naturalidad de quien lleva generaciones conviviendo con los protocolos... y con las celebraciones.
Durante el almuerzo, la Reina Sofía, impecable como de costumbre, compartió confidencias con la homenajeada, con la que mantiene una amistad de décadas. Más allá del protocolo, la jornada fue distendida: Irene se mostró divertida, natural, y muy integrada en un ambiente que parece ya suyo. Su presencia, por cierto, acalló rumores de distanciamiento con Juan. Al contrario: según los presentes, la relación sigue firme, aunque él haya tenido que ausentarse unas semanas por trabajo. Ahora que ella ha pasado tiempo con sus padres por separado —Cristina e Iñaki Urdangarin—, todo apunta a que las vacaciones serán juntos.
Y en medio de ese cruce de generaciones, una figura brilló por algo más que su apellido: la Infanta Elena. Siempre fiel a las tradiciones y a su estilo propio, volvió a hacer gala de ese carácter familiar, campechano y absolutamente imbatible en el terreno social. Lo suyo no es cumplir por obligación, sino por convicción: cuando hay una celebración, está. Y si hay sobremesa, se queda.
Según detalla el portal independentista ElNacional.cat, la hermana del rey fue, una vez más, la última en marcharse. Habló con medio salón, cambió de mesa sin prisas y se dejó ver relajada —y según la citada fuente, algo “perjudicada”— a medida que avanzaba la tarde. Nada escandaloso, pero sí lo suficientemente notorio como para dejar claro que la Infanta Elena sabe cómo disfrutar una buena fiesta. Y que cuando se relaja, no se esconde.
Por suerte, salió en coche. Aunque probablemente, si hubiera habido un caballo a mano, no habría dudado en montarlo también.