Quince años del Camino de Uclés, con 35.000 peregrinos y 50 nacionalidades
El Camino de Uclés se encamina a su decimosexto aniversario, una ruta Jacobea esculpida por Manuel Rossi y que conecta la iglesia de Santiago de Madrid con el Monasterio que la Orden de Santiago recibió de manos de Alfonso VIII hace 850 años y que a lo largo de 144 kilómetros enlaza pueblos de Madrid y de la provincia de Cuenca en un itinerario lleno e historia y esculpido por voluntarios que ya ha merecido la visita de más de 35.000 peregrinos, todos ellos censados por el maestro que impulsó esta aventura. Un camino que, además, lo es bidireccional, ya que sirve a la inversa para aquellos peregrinos que desde Uclés quieran conquistar Santiago.
En conversación con Europa Press, Manuel Rossi rememora cómo se encendió la chispa del Camino, cuando en 2010, por motivos de salud, puso rumbo a Caravaca de la Cruz, para pedir a la Cruz Santa por su curación.
En su ruta, paró en Horcajo de Santiago, donde don Julián, el párroco, le advirtió de que le faltaba el sello más importantes en la credencial: el que correspondía al Monasterio de Santiago en Uclés. A su regreso de Caracava, el entusiasmo por el relato que recibió de don Julián seguía latente, hasta el punto de verse en la obligación de encontrarse con el Monasterio, fraguando una comunión que a día de hoy no ha dejado de ensancharse.
Tras hablar con el bibliotecario de Uclés, empezó a ilustrarse sobre la historia del Monasterio para descubrir que en 1520 había un hospital de romeros, vestigio que atestiguaba que por allí pasaba un camino de peregrinación.
Partiendo de la base de que la Orden de Santiago "se creó para proteger a los peregrinos que marchaban desde el Monasterio al Obradoiro", Rossi empezó a esculpir el camino sobre las huellas de la historia.
CASI 16 AÑOS DE PASOS
Rossi relata el trazado del camino que ha ido alfombrando en los últimos tres lustros, una aventura que en sus inicios no fue fácil, ya que los alcaldes de los pueblos por donde pasaba el itinerario eran los primeros sorprendidos. "Cero ayuda al empezar", recuerda.
La Semana Santa del año 2011 sirvió para inaugurar el camino con sus primeros peregrinos, todos madrileños junto a un cubano, un alicantino y un alemán. Un periplo acompañado de una lluvia torrencial. "Infernal, pero pudimos llegar".
La propia alcaldesa de Uclés en la época, Ana Gálvez, fue la encargada de recibir a la primera comitiva e incluso preparar bocadillos de tortilla para los peregrinos en una jornada histórica y que sirvió para escribir la primera de las páginas del Camino de Uclés. Don Pedro, eterno párroco del Monasterio, acogió al grupo de peregrinos "con los brazos abiertos", dando la bendición a todos ellos.
EL CAMINO, PASO A PASO
El camino arranca en el kilómetro cero para toparse en los primeros metros con la iglesia de Santiago, en la plaza homónima que preside el cruceiro de Velázquez, "que fue coronado caballero de la Orden de Santiago en el Monasterio".
Avanza hacia el Palacio Real y su Puerta de Santiago, paso que precede a la imagen del apóstol que la catedral de Santiago de Compostela regaló a la catedral madrileña de La Almudena.
Al girar hacia la Cuesta de la Vega, si el peregrino mira para atrás, el cielo de Madrid está presidido por la imagen del apóstol, "que da su despedida al peregrino".
Tras el Puente de Segovia, el río Manzanares será compañía durante una gran tirada de kilómetros hasta que la capital se pierde a la espalda al pie de antiguas trincheras de la batalla del Jarama.
Rivas Vaciamadrid y su laguna creada en lo que fue una cantera o el Puente Verde por el que aún circula ciertos meses del año el antiguo tren de vapor de La Poveda forma parte de este camino.
Punto en el camino que precede a Arganda del Rey, "donde se encuentra la segunda cofradía de Santiago más antigua de España", datada en 1554. "¿Por qué se creó una cofradía en Arganda? ¿No será que pasaban peregrinos?", se pregunta, recordando que el apóstol es el patrón de la localidad. "Hemos pedido al obispo poder hacer un besapié para que los peregrinos puedan besarle el pie al apóstol".
Dejando atrás Arganda emerge el Valle del Tajuña, con joyas en la ruta como Morata, "pueblo típico por sus palmeritas de chocolate" donde también pueden ir coleccionándose los sellos necesarios para completar la credencial.
A continuación, la llegada a Perales está marcada por cuevas que estuvieron habitadas en el Neolítico; preludio de la llegada a Tielmes, con sus casas-cueva, su antiguo lavadero o la ermita dedicada a los niños Justo y Pastor, que atesora una cripta "digna de ver", lo cual puede hacerse de la mano del padre Fernando.
Carabaña aguarda y su iglesia conserva en el interior la pila visigoda más antigua de la Comunidad de Madrid, una "joya histórica" según Manuel Rossi.
Agotando los kilómetros en la provincia de Madrid aún resta Estremera y su "impresionante órgano", último pueblo antes de entrar en un tramo de camino que han venido a llamar 'La edad del silencio'. "Cuando entras, oyes tu respiración y tus latidos", indica en referencia a la sucesión de antiguos túneles de ferrocarril que conformaron la antigua vía de los Cuarenta Días.
LLEGADA A LA PROVINCIA DE CUENCA
El camino se adentra en Cuenca, a las tierras que fueron de Fermín Caballero, ilustre alcalde de Madrid a mediados del siglo XIX. Una zona en la que el Tajo y el Calvache riegan el camino hasta Barajas de Melo, uno de los pueblos con más hitos jacobeos.
Entre ellos, el Bordón Universal, de casi ocho metros de altura y tres toneladas hecho a base de hormigón y colocado de tal manera que si el tiempo lo permite, en determinadas estaciones proyecta su sombra sobre una vieira de Santiago.
El Bosque de los Peregrinos, con pinos revestidos de pintura protectora ante la oruga procesionaria; o la Cruz del Pelegrín, lugar bendecido donde los peregrinos dejan piedras pintadas a su paso, son algunos de los hitos más llamativos de esta parte de la travesía, un tramo que ofrece además una de las partes con mayor altitud del camino, a 1.100 metros sobre el nivel del mar, enclave que propicia un horizonte de cientos de kilómetros en el que se adivinan la sierra madrileña o la sierra de Gredos.
Son instantes que preceden al denominado Paso Internacional de Peregrinos, pasaje bajo la autovía A-40 a las puertas de la localidad de Huelves que sirve como mural donde se exhiben tantas vieiras como banderas de peregrinos que han completado el camino. De este modo, sobre el hormigón reposan más de medio centenar de conchas ilustradas con otras tantas nacionalidades.
Dejando atrás a Huelves se empieza a adivinar la recta final, y de monolito en monolito se accede a la Sierra del Tesoro, donde a unos 3 kilómetros de la línea de meta, emerge por sorpresa el Monasterio en toda su magnitud. "A muchos se les saltan las lágrimas", asegura Rossi.
En el último camino se encuentra el penúltimo punto de sellado, el llamado 'Trébol de Elidio', construido en honor a un ilustre peregrino fallecido en 2019. Este punto se hará imprescindible para todo aquel caminante que quiera conseguir la credencial 'Uclessiana'.
Con el Monasterio conquistado, este Camino ofrece al peregrino algo que no tienen otros caminos de Santiago, en primer lugar, ser un camino bidireccional; en en segundo, una ceremonia en la que todos los que han conseguido completar la ruta recogen su certificado entre aplausos de sus familiares.