La mala costumbre del consejero

El inteligente uso de la ironía no está al alcance de cualquiera. Desde luego, no de Feijóo y sus vacaciones sobrevaloradas, y menos aún del consejero de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, quien, interpelado por hallarse de banquete festivo en una feria de muestras en Gijón mientras su comunidad ardía por los cuatro costados, se creyó en la obligación de hacerse el gracioso en la modalidad en la que ni él ni el jefe de su partido pueden brillar nunca. En tanto el fuego devoraba sin control el patrimonio cultural y natural de Las Médulas, él se encontraba llenando la andorga en Gijón porque tiene, según sus palabras, "la mala costumbre de comer a mediodía". No se puede ser chabacano e irónico al mismo tiempo.

Es cierto que un suceso luctuoso le puede pillar a uno en cualquier sitio, también de cuchipanda institucional en una feria, pero no lo es menos que recibir la noticia y salir disparado debe ser un automatismo para el responsable máximo del operativo que tiene que enfrentarse a él. Es lo mismo que cabría decir de Isabel Díaz Ayuso, de vacaciones en Miami, ciudad de negocios, al enterarse del espantoso incendio en Tres Cantos que se había cobrado la vida de un hombre cuando trataba de salvar de las llamas a unos caballos, que tampoco salió pitando pese a la buena conexión aérea de ese sitio con Madrid.

Es verdad, igualmente, que no debe utilizarse con interés partidario una tragedia como la que sufre España con los fuegos que están calcinando sus bosques y sus montes, pero más verdad es aún que los dos políticos citados tienen alguna o mucha responsabilidad en ella por su pésima, si es que no nula, gestión preventiva de los incendios forestales, por no hablar de las subcontratas de brigadistas y de la infame situación laboral de éstos. Suárez Quiñones, el consejero de Medio Ambiente castellano-leonés que parece ostentar el cargo, en efecto, para dejar el Ambiente en la mitad, ha llegado a calificar de dispendio cuidar los montes en invierno con las plantillas íntegras, desbrozando la maleza que en el verano se convierte en yesca inflamable a la menor.

El uso inteligente de la ironía no está al alcance de cualquiera, como tampoco deberían estar para los incompetentes los cargos públicos. Pero ahí están.

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