La semilla del odio
Las redes sociales, donde habitan los cretinos que injurian, regüeldan, señalan, embisten y amenazan desde el más cobarde de los anonimatos, pretenden crear realidad, pero se trata de una realidad infecta, irrespirable y tóxica no apta para la vida. Así, cuando esos tipos demediados intentaron suplantar con la suya la realidad de un pueblo trabajador y pacífico que se afana honradamente por serlo cada día, se desvanecieron junto a su apócrifa realidad como estatuas de polvo al contacto con el viento, no sin antes, lamentablemente, de dejar constancia de que su malvada estupidez estuvo allí y de acosar y agredir a unas jóvenes periodistas indefensas.
Una vecina de Torre Pacheco, resuelta a no permitir el cambio de la realidad por esa otra, se encaró con la incalificable criatura que atiende al nombre de Vito Quíles, uno de los más señalados suplantadores que había caído por el pueblo para encizañar con su infame tocomocho, espetándole lo siguiente: "¡Fuera de aquí! ¡Habéis venido a sembrar el odio!" En efecto; a sembrar esa mala semilla y a imponer la insana realidad artificial de las redes sociales que faculta, entre otras monstruosidades, al linchamiento de un chaval de 16 años, hijo de vasca y de marroquí, que pasaba por allí.
Lo de Torre Pacheco poco o nada tiene que ver con la inmigración, o, cuando menos, hoy es banal relacionarlo. La inmigración no es el problema, Vox sí. El partido que difunde, valiéndose del amplificador de los privilegios institucionales que la democracia le brinda y que no debería brindarle, el discurso del odio, y el que principalmente crea la atmósfera mefítica de la xenofobia y el racismo que envenena la convivencia. Vox y su entorno, tan presentes en las redes sociales, pugnan por suplantar la realidad de todos por la suya, y no lo logran, pero van esparciendo las semillas del odio.