Lo imprudente

"Lo imprudente ahora es no pensar en Hitler cuando se piensa en Trump", dice Javier Cercas en un artículo reciente en El País.

Díaz Ayuso, cuya imprudencia es paradigmática y de un solo carril, se declara desde hace tiempo entusiasta admiradora de Donald Trump, y por tanto en sintonía con su ideología (si es que un criminal la tiene) y con sus métodos. Lo propio hacen Milei, o Abascal y Meloni.

Un ejemplo de imprudencia supina es dar discursos políticos si se ha bebido en exceso. Y de esto tenemos ejemplos muy recientes en la política madrileña.

Lo bueno del trumpismo como distopía encarnada es que nos ayuda a calibrar el potencial destructivo de aquellos que admiran a Trump y pretenden seguir sus pasos, como es el caso de Díaz Ayuso y Abascal.

A algunos trumpianos declarados, ya les ha empezado a ir mal en las elecciones. Y es lógico porque al final la gente, que no quiere perjudicarse a si misma, toma nota.

Debemos considerar por tanto el trumpismo y su entorno aliado como un barrunto de lo que al final supuso el nazismo. Al principio de aquella tragedia histórica no se supo ver ni intuir, aunque en sus primeros avances ya había signos preocupantes. Hoy ya asistimos en Gaza a un genocidio en directo. Tenemos por tanto elementos sólidos para un diagnóstico muy preocupante.

Conviene recordar la Historia y lo que supuso en determinados momentos críticos la desidia y el silencio ante el mal que avanzaba. Tenemos ya datos consistentes y repetidos a partir de los cuales podemos configurar el mapa actual de nuestro mundo, y esto puede ayudarnos a decidir que derroteros debemos tomar y cuales debemos evitar y rechazar con firmeza. Nos va la vida, la libertad, y la democracia en ello.

Por eso resulta tan desconcertante y tan hipócrita el anuncio de los dirigentes europeos que dicen ahora que van a revisar si en Gaza se vulneran los derechos humanos o se cometen crímenes de guerra para tomar una decisión sobre las relaciones con Israel.

El hecho de que Aznar, que apoyó una guerra ilegal, criminal, y justificada con mentiras (la de Irak), que supuso la muerte de tantos inocentes, respalde ahora lo que ocurre en Gaza, tiene la lógica interna de la barbarie.

Que los criminales de guerra y tramposos, impulsores de la guerra de Irak, no respondieran ante los tribunales internacionales de justicia, estableció un precedente muy peligroso que ha hecho desaparecer el Derecho internacional en nuestro mundo. Ese es el resultado objetivo y ahí ya se dieron cita el sadismo y la mentira, dos elementos que definen nuestra época y a algunos de nuestros dirigentes.

Son estos bárbaros (neofascistas) que han entronizado la Ley del más fuerte los que están acabando con nuestra civilización.

En una audiencia reciente ante el Senado de USA, la secretaria de seguridad interior de Donald Trump, Kristi Noem, fue examinada e interrogada (dado su comportamiento fascista) para averiguar si sabia o entendía qué es el Habeas Corpus. La senadora demócrata Maggie Hassan se lo preguntó directamente, y aunque el Habeas Corpus es un elemento fundamental de un Estado de Derecho que ayuda a distinguirlo de un Estado policial y fascista, se hizo evidente por la respuesta obtenida que la representante trumpiana de un gobierno que ya ha adquirido rasgos hitlerianos, o no tiene ni idea o tergiversa el concepto para darle la vuelta como a un calcetín y ponerlo al servicio del fascismo de su jefe.

Javier Cercas en su artículo recuerda la frase de Lluís Bassets en un artículo propio: "Entre Trump y la dictadura solo quedan los jueces". Ambos se agarran a esa esperanza.

A pesar del ejemplo mencionado más arriba y de otros similares, de resistencia judicial a la dictadura de Trump, no conviene caer en el optimismo excesivo, porque Trump, en consonancia con lo que ocurre en otros lugares, ya empezó hace un tiempo a toquetear a los jueces de su país por detrás, como decía muy ufano el senador Cosido, del PP, que era práctica habitual aquí, en nuestro país.

Conviene no olvidar para matizar ese optimismo respecto a la justicia de la "vieja" democracia americana, que Trump ya ha salido indemne e impune de su promoción del asalto golpista al Capitolio de Estados Unidos (con muertos), o que incluso ha favorecido gracias a su poder casi dictatorial, la impunidad de muchos de los participantes en ese golpe.

De la misma manera debemos recordar que las consecuencias judiciales del "putsch de Munich" que protagonizaron Hitler y otros colegas fascistas en 1923, no les supuso un obstáculo insalvable para acabar accediendo a la dictadura, como era su propósito original.

Veo y escucho en Youtube a un judío superviviente del Holocausto nazi explicar por qué oponerse a la acción genocida del gobierno de Netanyahu en Gaza y Palestina, no es antisemitismo, sino una necesidad urgente para una Humanidad que con estos actos criminales se va por el desagüe. Por tanto manifiesta y proclama aquello de "en mi nombre no", y él, que sufrió el nazismo y tiene experiencia en la materia, se opone a identificar esa crítica a Netanyahu y sus crímenes con el antisemitismo.

Confusión que están patrocinando los tramposos de siempre, los mismos de la guerra de Irak. Aquellos que desprecian tanto a sus votantes y seguidores que ensayan con ellos argumentos averiados y de ínfima calidad, buenos para una sesión de telebasura, pero para nada más.

Son mentiras y trampas argumentales demasiado visibles. Eso sí que es populismo barato... Y barbarie.

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