Europa

Para la sumisión a Estados Unidos nos bastan líderes como Abascal o Von Der Leyen, que tienen vocación de siervos obedientes del poder americano.

Pero para que Europa levante cabeza y salga del agujero (casi mazmorra) en que voluntariamente se ha metido, necesitamos líderes diferentes, de más entidad, y con una idea mucho más clara y noble de Europa, y no tan mercenaria.

Europa ha conocido y aún hoy tiene líderes de ese tipo. La pregunta por tanto sería: ¿Qué nos ha pasado? ¿Por qué han decaído tanto nuestros líderes europeos, y por qué son estos líderes tan febles, serviles, y mercenarios, precisamente, los que hoy ocupan puestos de poder o aspiran a conseguirlos en el futuro inmediato?

¿Cuáles han sido los condicionantes ideológicos de esta debacle y de este vuelco?

¿Cuáles han sido los grandes cambios de paradigma que nos han vuelto débiles, serviles, e irreconocibles? ¿Podrá haber influido la pérdida de las referencias propias, tan admiradas y durante tanto tiempo en el mundo entero, junto a la adopción imitativa y servil del modelo americano, que además de neoliberal es fundamentalista?

¿Ha sido la adopción del neoliberalismo -un extremismo social y económico- como modelo oficial europeo, en detrimento de las señas propias, que fueron arrojadas insensatamente por la borda, la responsable de que Europa aparezca hoy ante el mundo desdibujada, sin carácter, y sujeta a todas las extorsiones que se le antojen a Trump?

Hasta hace poco decir Europa y traer a la mente una simbiosis equilibrada de libertad, democracia y justicia social, era todo uno. Y el concepto de Europa, que tanto atraía a los españoles y a otros muchos, se unía automáticamente al concepto de Estado del bienestar y de defensa de lo público. Esa fue la fórmula del éxito, un éxito duradero, desde la segunda guerra mundial.

Después, por determinadas quiebras geopolíticas y de poder, esa base cultural e ideológica característicamente europea e inspirada en nuestras raíces humanistas, sufrió un ataque frontal y severo, en gran parte procedente de la revolución neoliberal impulsada por los plutócratas. Una ofensiva ideológica basada en el principio antidemocrático y ultra "No hay alternativa".

Ese ataque de este neofeudalismo plutócrata, no solo contra Europa sino contra la democracia y lo público, fue y es un ataque consciente y deliberado, casi diríamos "estratégico", y está en el origen de nuestra circunstancia actual de decadencia y sumisión ante un líder foráneo y energúmeno como lo es Donald Trump.

Sí nuestros líderes europeos no nos sirven para hacer frente a este gánster, que además tiene mucho de botarate, y nuestro destino como europeos queda al albur de las ocurrencias y caprichos de este sujeto impredecible, apaga y vámonos.

Para esa bajada de pantalones nos sirven Abascal o Von Der Leyen, pero no es el tipo de líderes que necesita y que se merece Europa.

De todo esto creo que va el artículo de Thierry Bretón, titulado "¡Basta ya de sumisión europea a Estados Unidos!", publicado en El País del 29 ago 2025.

La percepción, muy preocupante, de nuestra situación decaída y servil parece unánime. Lo que hace falta ahora es indagar en las causas y acertar con las soluciones.

La perspectiva histórica sin embargo nos permite ya contemplar junto a momentos y paradigmas que fueron exitosos, otros que nos están conduciendo a la insignificancia y a la decadencia, no solo geopolítica sino también ética, como lo demuestra Gaza.

¿Estamos aún a tiempo de corregir esa deriva?

¿Bastará con cambiar a nuestros líderes o se hace imprescindible cambiar también de paradigma, o sea de enfoque ideológico?

Parece imprescindible revitalizar la base ideológica y de principios, impulsora del Estado del bienestar, que dio prestigio y solidez a Europa.

¿Nos decidiremos de una vez por todas a dar un puntapié al modelo neoliberal y a exigir los ciudadanos europeos una mayor integración que dé prioridad a lo público, social, y comunitario?

Ese es el modelo capaz de hacer frente a la desigualdad extrema, al desorden social, a la ruina ética manifestada en nuestra indiferencia ante al ataque sistemático a los derechos humanos, pero también a los gánsteres que nos han traído todo eso.

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