Círculo vicioso
Una "virtud" que no cabe negar al neoliberalismo que hoy impera en el mundo, es que ha sido capaz de entronizar en el poder a delincuentes peligrosos, tanto en el Este (Putin) como en el Oeste (Trump).
Estos individuos comparten no solo el objetivo común de robar lo que puedan y les dejen, sino su carácter tóxico para las vidas ajenas.
El neoliberalismo ha desembocado por tanto en aquello que cabía esperar de sus presupuestos ideológicos, en los que la impunidad ocupa un lugar central: plutocracia y cacocracia, el gobierno de los muy ricos y el gobierno de los delincuentes (impunes).
Veremos cómo los promotores y justificadores de la plutocracia, pasan en un santiamén del discurso de la "libertad" al discurso de lo "grande otra vez". O sea, al discurso (oculto tras la fachada "libertaria") de quitar la libertad a los demás para esclavizarlos a su servicio. Y esto tanto en el Este como en el Oeste.
Comprobamos ya y somos testigos cómo los derechos humanos y el propio Estado de derecho están ahora mismo en el ámbito internacional acosados, conculcados, y echados a perder.
Hubo un último gesto de resistencia ante la barbarie que avanzaba: Netanyahu fue puesto en "busca y captura" y reclamado por la justicia internacional, al igual que Putin.
Trump debería estarlo ya, porque los derechos humanos, la justicia internacional, y los mandatos de la ONU, se los pasa por el forro y ya ha empezado estratégicamente a ignorarlos y pisotearlos.
Tenemos ejemplos locales de esta tendencia general. Nuestro emérito, que debería estar reclamado al menos por nuestra justicia, se ha refugiado entre los jeques árabes -que imponen sus propias reglas- para poner a salvo lo que nos ha robado. Aznar sigue sin rendir cuentas por su apoyo a los crímenes de guerra en Irak.
En último término Trump ha decidido ahora, mediante orden ejecutiva, acosar y perseguir a los funcionarios del Tribunal penal internacional (TPI), que reclaman unidad frente a la barbarie que avanza.
La presidenta del Tribunal penal internacional ha dicho:
"el Tribunal... representa el legado más significativo “del inmenso sufrimiento infligido a los civiles por las guerras mundiales, el Holocausto, los genocidios, la violencia y la persecución”.
Y también: La orden ejecutiva (de Trump) “daña la independencia e imparcialidad del tribunal y priva de justicia y esperanza a millones de víctimas inocentes de atrocidades”.
Este es el panorama real frente a aquella proliferación de libertades y democracias que prometía un tanto despistado Fukuyama.
Era efectivamente una revolución, pero se trataba de una revolución reaccionaria y ultraderechista, hacia un nuevo feudalismo impune que mezcla en un mismo pote plutocracia y cacocracia. Un guiso que huele que tira para atrás a fascismo liberticida.
Leemos:
"Trump sancionará al personal del Tribunal Penal Internacional que investigue a ciudadanos de EE UU o sus aliados, incluido Israel".
Algo que podría haber firmado en su día el mismo Hitler en relación a sus propios deseos y acciones genocidas, que también quería impunes y libres de todo cargo.
Algo que deberíamos tener claro a estas alturas es que un sujeto -Trump- capaz de promover el asalto golpista del Capitolio de Estados Unidos y salir de esa acción delictiva indemne e impune, es capaz ya de cualquier cosa. Es como el tiburón que ha probado la sangre.
Así fue como avanzó Hitler, mediante consentimientos sucesivos y falta de respuesta a sus acciones agresoras. Nos acordaremos de este principio del año 2025.
Si uno de los impulsores tecno-plutócratas de Trump escribía hace pocos días que había que entender la era Trump como la del Apocalipsis, en el sentido de "revelación", haremos bien en dudar de esa interpretación y temer que lo que implica ya el mandato de este delincuente, se acerca más al otro sentido del término Apocalipsis: como catástrofe y "final de los tiempos".
Al menos de unos tiempos vivibles, porque sin duda la Historia seguirá sin detenerse, pero retrocederá unos cuantos siglos hacia atrás.
Enric Juliana hace el resumen en su "Rumbo a lo desconocido":
Celebración del "malismo" (recordemos de paso que Hitler era de los malos); vuelco histórico que anuncia retrocesos profundos, ya veremos si reversibles; inquina contra lo hispánico (y europeo) en la nueva USA de Trump; y lo del golfo de México, sin capitanes Alatristes que protesten y lo defiendan.