Ni sí ni no...
No, no es posible que España gaste el cinco por ciento de su PIB en virtud de sus compromisos con la OTAN. Otros países tampoco pueden, solo que en vez de decirlo, ganan tiempo. Por tanto nada que reprochar a nuestro Presidente de Gobierno al haber mantenido el pulso con el holandés que no es precisamente un buen amigo ni de Sánchez ni de España. Me da que Mark Rutte aún no ha superado la "visita" de los Tercios de Flandes a los Países Bajos, allá por el siglo XVI.
Pero a lo que vamos, hoy, aquí, ahora, el documento firmado entre Pedro Sánchez y el Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, no deja de ser la expresión de un "empate" entre dos posiciones difíciles de reconciliar.
Claro que Rutte sigue "erre que erre" que el objetivo de la OTAN es que los países lleguen a ese cinco por ciento, y Pedro Sánchez se limita a comprometerse a lo que realmente puede gastar nuestro país. Y hace bien en mantener esta posición porque sería un dislate comprometer el cinco por ciento de nuestro PIB. Pero el lenguaje diplomático ya sabemos que sirve para decir lo mismo y lo contrario, y ahí está la palabra talismán: flexibilidad, por más que Rutte después de firmar la carta a Sánchez manifestando que vale, que se deja un margen de flexibilidad a los países en su aportación a la OTAN, con tal de que cumplan sus compromisos.
En el documento que firmarán los países de la OTAN se mantendrá el objetivo de gastar el 5 por ciento del PIB pero de manera "flexible".
Y como, insisto, Mark Rutte no es precisamente el mejor amigo de Sánchez, no cesa en intentar meterle el dedo en el ojo insistiendo que al menos nuestro país debe alcanzar la cifra de gasto del 3,5 por ciento. Yo le respondería eso tan español, que para él la perra gorda.
Al César lo que es del César, y es evidente que nuestro Presidente de Gobierno ha sabido mantenerse firme y de paso le ha venido de perlas sus tiras y aflojas con Rutte. Lo está sabiendo aprovechar políticamente, el poder decir que "no" al cinco por ciento, porque eso le da "aire" en este momento en que tiene todos los vientos en contra. Pero hay que reconocerle que ha sabido mantener el pulso tanto de Rutte, como el del imprevisible Donald Trump, y el resto de sus socios de la OTAN.
En cualquier caso a mí me sigue preocupando el "belicismo" de los líderes europeos que en vez de trabajar por soluciones diplomáticas a los conflictos, prefieren colocarse el "casco".
También les diré que yo estaba entre quienes creían que un personaje tan arbitrario como Donald Trump, precisamente porque lo es, quizá sería capaz de poner punto final a los dos grandes conflictos bélicos en los que tanto se juega Occidente: la guerra ruso-ucraniana y la guerra en Oriente Medio. Pero por lo pronto Trump no sólo no ha conseguido ninguno de estos dos objetivos, sino que ha optado por implicar a su país en el conflicto de Oriente Medio bombardeando Irán por más que ahora diga que no ha pasado nada, que los iraníes le avisaron y que pelillos a la mar. Vaya por delante que el régimen iraní es terrible, no respeta los más elementales derechos humanos, y es evidente que el uranio lo quiere para disponer de la bomba atómica. Sin duda es más que preocupante que un país como éste pueda disponer de la bomba atómica.
Pero esta es otra historia, la nuestra, la que nos toca de cerca es que es evidente que España no tiene en Rutte un amigo y que habrá que esperar los resultados de la cumbre de la OTAN.