Vox y la inmigración
Vox, sin tener responsabilidades políticas importantes en alguna de las tres administraciones del Estado, está subiendo en los sondeos de intención de voto. Es un dato que, en principio, llama la atención pero que encuentra una explicación precisamente en el hecho de esa ausencia de responsabilidad, ese registro que permite eludir cualquier posible balance entre lo que se dice, lo que se hace y el resultado.
Santiago Abascal, el líder de la formación, plantea la deportación masiva de inmigrantes no integrados, los que están en situación de ilegalidad y también los regularizados que delinquen. Por proponer, también proponen la expulsión de los menas a sabiendas de qué dicho trámite apareja no pocos obstáculos. Entre otros conseguir que el país de origen les reconozca y acepte la repatriación. En otros casos, cuando desde la dirección de Vox claman contra la presencia en Murcia o Almería de jornaleros de origen magrebí que mantienen sus ritos musulmanes, porque les parece que alteran las tradiciones propias del cristianismo, no dicen cómo resolverían ellos el problema acuciante de mano de obra que tienen los agricultores andaluces y murcianos.
Los jóvenes españoles no quieren trabajar en el campo. Es muy duro: salarios bajos, horarios extenuantes y a veces condiciones penosas de las explotaciones -pensemos en los invernaderos con temperaturas extremas en verano. En el campo hoy en día la mayoría de jornaleros son inmigrantes. Algunos llevan ya tiempo en España con arraigo e intención de integrarse pero otros no. Trabajan para vivir y poder enviar dinero a los familiares que se quedaron en su país de origen. Se han producido algunos incidentes -el caso de Torre Pacheco saltó a los medios- pero, en general, la convivencia entre los trabajadores de origen marroquí o subsahariano y los españoles no ha dado pie a grandes tensiones. Desde luego nada qué ver con los problemas que tienen nuestros vecinos franceses.
Excepción llamativa y, por lo mismo, muy seguida por los medios han sido algunos hechos violentos protagonizados por algún mena, caso en Madrid de la violación de una menor o las frecuentes denuncias por robos. Estos y otros casos nutren los discursos de los dirigentes de Vox en los qué, más allá de reclamar la devolución de los menores a sus países de origen, no hay propuestas para resolver qué hacer con los inmigrantes. Inmigrantes señalados por unos como problema y por otros como solución ante la dificultad para contar con mano de obra española para trabajos duros como lo son las tareas del campo o la construcción. Las soluciones fáciles para los problemas complejos no funcionan.