¿Qué más tiene que pasar?

La vida se complace en la ironía. Hace ahora siete años, el primero de junio de 2018, tras la intervención del diputado José Luis Ábalos, que había lanzado un alegato contra la corrupción citando casos que afectaban al PP, desde la tribuna del Congreso, dirigiéndose a Mariano Rajoy, Pedro Sánchez se preguntaba: "¿Qué más tiene que pasar señor Rajoy para que entienda que su permanencia al frente de la presidencia del Gobierno es dañina y es un lastre no solo para el país sino también para su partido?"

Aquella maniobra se saldó con un cambio de Gobierno. Siete años después a quien asedian los casos de corrupción es al propio Pedro Sánchez -el último, la entrada en prisión de quien fuera su mano derecha en el partido: Santos Cerdán, acusado de ser el vértice de una organización criminal dedicada al cobro de comisiones a cambio de contratos de obra pública. Tal y como están las cosas y por decirlo con sus propias palabras: la permanencia de Sánchez al frente de la Presidencia del Gobierno es dañina y es un lastre para el país y para su partido, pero aun así no se tienen noticias de que, en un ataque de dignidad, esté pensando en renunciar. A la manera de Sansón en el templo de Baal, parece dispuesto a perecer arrastrando consigo a su partido.

Las últimas encuestas apuntan que si las elecciones fueran este mes -las anteriores las convocó un 23 de julio- el PSOE apenas conseguiría un centenar de diputados. El resultado más corto desde que se instauró la democracia. Sánchez mira para otro lado cuando le preguntan por Santos Cerdán y su vocera más patética, la vicepresidenta María Jesús Montero, dice que Cerdán no tiene nada que ver con el PSOE. Es difícil predecir cuánto tiempo puede tardar en decantarse la situación política pero empieza a instalarse en el ambiente la idea de que no puede dilatarse. Los hechos hablan por sí mismos: Sánchez comparece asediado por casos graves de corrupción; estamos sin Presupuestos; algunos de los socios empiezan a vislumbrar que puede ser un mal negocio mantener el apoyo al Gobierno, porque es tanto como blanquear la corrupción y líderes regionales y alcaldes socialistas piden que se anticipen las elecciones para que no les toque a ellos pagar por los desmanes del Gobierno. Como diría el propio Sánchez: ¿qué más tiene que pasar para que se acabe esta agonía?

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