Un ex terrorista en la Casa Blanca

Ver a Ahmed Al Sharaa, autoproclamado presidente de Siria, siendo recibido en la Casa Blanca y compareciendo en televisión estrechando la mano del presidente Donald Trump, no le deja a uno indiferente porque el invitado a la Casa Blanca tiene mucho pasado. Por sus actividades terroristas los norteamericanos habían puesto precio a su cabeza. Al Sharaa fue detenido y encarcelado durante cerca de cinco años en algunas de las prisiones -incluida la tristemente famosa Abu Ghraib- que crearon en Irak en el transcurso de las invasión que desemboco en el derrocamiento de Sadam Hussein.

Al Sharaa fue uno de los fundadores del Frente al Nusra, la filial siria de Al Qaeda, el grupo terrorista fundado por Bin Laden que perpetró decenas de atentados terroristas provocando numerosas muertes de civiles y que tenía como objetivo la creación de un estado islámico y teocrático fundamentalista en Siria. Pero la geopolítica es una filosofía de geometría variable y, andando el tiempo, Al Sharaa y su grupo fueron la punta de lanza que consiguió ocupar Damasco provocando la huida a Moscú del dictador Bashar al Assad y el consecuente hundimiento del régimen tiránico de la familia Assad.

El cambio de guardia en Damasco le ha venido bien tanto a Washington como a Tel Aviv. Al Sharaa es amigo de Arabia Saudí y enemigo de Irán. La tensión en la región siria libanesa se ha relajado en relación con Israel, y Rusia que aún mantiene una base en Latakia está perdiendo influencia en la zona. Ahora se habla de que Estados Unidos podría construir una base cerca de Damasco. Vivimos tiempos de pensamiento líquido en la filosofía y cínico por descaradamente pragmático en la política. No es nuevo en la historia pero ahora se retransmite por televisión y da pie a algún que otro sofoco en términos éticos.

Quién nos iba a decir que veríamos a un presidente de los Estados Unidos estrechando la mano al hoy presidente de Siria y líder de un grupo terrorista por el que hasta hace poco Washington ofrecía una recompensa de 10 millones de dólares por su captura anunciado mediante un 'Se Busca' que recordaba las viejas películas del 'Far West'. Unos lo llamaran "realpolitik" -conveniencia y cinismo-, pero para los ciudadanos de a pie el caso sugiere que no hay que fiarse en demasía de los políticos porque lo que hoy es una línea roja infranqueable mañana puede ser un puente.

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