El desconcierto
Quien lo iba a decir. Este Gobierno, con su Presidente al frente, ha tenido la extraordinaria habilidad de sortear todos los charcos. Siempre ha podido controlar los acontecimientos porque siempre ha encontrado enemigos externos o bien ha creado una realidad que aun cuando haya quedado desmentido por la realidad, ha sido suficientemente para salir airoso -eso creen- de todos los acontecimientos.
No se presentan presupuestos aunque sea una obligación constitucional y no pasa nada. Media Valencia queda arrasada por la Dana y la pésima gestión y actitud de Carlos Mazón pero ni una gota de barro mancha la camisa del Presidente. Un grupo de gente indignada se enfrenta a Sánchez en una actitud que no se debe justificar y resulta que no, que es un ataque de la ultraderecha. Se produce el apagón histórico y se desliza la posibilidad de un ciberataque como fórmula para sacudirse responsabilidades internas. El asunto ha quedado desmentido, pero da igual. En la T4 alrededor de 500 personas lo han convertido en su única solución habitacional y el único que tiene que poner solución es el Ayuntamiento como si el ministerio de Inclusión Social no existiera. Nada o casi nada de lo que ocurre en España es "competencia" del Gobierno, como si la política fuera sólo cuestión de competencias; lo cierto es que el Gobierno no se ha manchado con el polvo del camino en una estrategia que, hay que admitirlo, le ha venido dando resultado.
Pero hete aquí que han llegado unas filtraciones que ha noqueado al Ejecutivo. Este episodio no lo pueden controlar pese al esfuerzo denodado de muchos de dar bajonazo a un asunto que si bien no tiene alcance penal alguno, es obvio que tiene interés político. Para el Presidente y para todos aquellos dispuestos siempre al acriticismo cuando de Sánchez se trata, es casquería y como no hay ilícitos, aquí paz y después gloria. Es llamativo el rasgado de vestiduras, la exigencia de pruebas, el disgusto por el ataque a la privacidad del Presidente y al mismo tiempo resulta que se sabía todo. No hay nada nuevo, dicen algunos, pero al mismo tiempo el Gobierno habla de acciones judiciales no sin antes señalar , nada menos, que a la UCO de la filtración en cuestión. Por un segundo cabe preguntarse si la reacción oficial hubiera sido la misma si en lugar de Sánchez y Ábalos los filtrados se hubiera tratado de Feijóo y Mazón. Tengo la seguridad de que en ese caso la privacidad de estas dos personas al Gobierno le hubiera importado menos cero.
Por primera vez en la legislatura, el Gobierno y el Presidente no pueden controlar ni la situación ni los tiempos. No pueden acusar, aunque lo intenten, a la ultraderecha, ni hablar de conspiración porque saben que ya no es creíble. Lo cierto es que el Gobierno, el Presidente y el partido están sumidos en el desconcierto, con una evidente dosis de ansiedad y todo ello porque, entre otras razones, han infravalorado lo que un hombre herido, que se siente desposeído de todo y abandonado por todos puede hacer.