La tregua
El arsenal de la dialéctica partidista se degrada. El y tú más, ya venía siendo de uso y abuso habitual en las filas del sanchismo. Feijóo no había entrado en ese juego. Hasta el pleno del pasado miércoles, durante el enésimo debate sobre el calamitoso estado de la nación en una de las legislaturas más accidentadas, si no la más.
Harto de encajar las acusaciones de Sánchez por cuenta de una arrugada foto marina con un contrabandista, o por ser jefe político de la novia de un presunto defraudador fiscal, al líder del PP se le soltó la lengua con una pedrada similar contra el Presidente del Gobierno. Acusó a Sánchez de ser "partícipe a título lucrativo del "abominable negocio de la prostitución". Velada alusión a los antiguos negocios familiares de la esposa del presidente. Sabido es que su padre, el tal Sabiniano Gómez, se enriqueció con el negocio del sexo recreativo a través de una red de locales donde se practicaba la prostitución con la presunta tolerancia policial desvelada en su día por el excomisario Villarejo.
Sobre la pauta del "O Sánchez o yo", que es el dilema planteado por Feijóo como salida al lamentable momento de la política nacional, el que gobierna y el que aspira a gobernar ya están empatados en el juego sucio que supone utilizar los antecedentes familiares como arma arrojadiza.
Fue la mala noticia del bronco debate del miércoles pasado en el Congreso, que dejó en tablas la lucha por el poder a la espera de que entren los analgésicos vientos del verano y las vacaciones judiciales concedan una tregua al todavía presidente del Gobierno. Pero las dos grietas de su pedestal siguen tan abiertas y profundas como estaban. Por un lado, su debilidad parlamentaria. Por otro, las causas judiciales abiertas o por abrir en materia de corrupción de cercanías.
Por mucho que sus coros políticos y mediáticos jaleen una supuesta victoria de Sánchez sobre Feijóo en el mencionado pleno, se ha generalizado la percepción de que aquel ha perdido la credibilidad y el decoro, por mucho que hable de planes nacionales contra la corrupción y cursillos preventivos del acoso sexual en las oficinas de la Administración Pública.
El propio Gobierno lo sabe. Por eso encara la situación a la defensiva, en base a dos únicos argumentos. Uno, la alerta contra un posible gobierno de la derecha concertada con la ultraderecha ("Feijóo viene dispuesto a blanquear los delirios racistas y xenófobos de VOX con tal de gobernar" (ministra Pilar Alegría). El otro, y tú más.
La salida a la crisis estaba en la mano de los costaleros de Sánchez. Pero estos prefieren actuar de socorristas y no disparar contra la ambulancia para no matar políticamente al enfermo. Se limitaron a pedirle que lave más blanco contra la corrupción. Pero no renuncian a la moqueta ni al caballo regalado, siempre que los jueces no se lo pongan más difícil todavía.