Arranca la primera escuela de resineros de Castilla-La Mancha en Guadalajara

Asentar población en los pueblos y poder tener una forma de ganarse la vida gracias a una actividad ligada íntimamente con el monte es el objetivo de la escuela
Arranca la primera escuela de resineros de Castilla-La Mancha en Guadalajara - EFE/ Beatriz Retuerta
Arranca la primera escuela de resineros de Castilla-La Mancha en Guadalajara - EFE/ Beatriz Retuerta

Asentar población en los pueblos y poder tener una forma de ganarse la vida gracias a una actividad ligada íntimamente con el monte es el objetivo de la Escuela de Resineros impulsada por Rewilding Spain en la provincia de Guadalajara, la primera en Castilla-La Mancha.

“Llevamos casi 5 años intentando que saliera esta Escuela de resina para conseguir una formación más reglada para poder desarrollar esta labor. Hasta ahora eran cursos de una semana, pero ahora conseguimos que durante toda una campaña haya gente en formación en el tema de la resina”, explica a EFE Basilio Rodríguez, quien ha sido resinero y ahora encargado de desarrollo socioeconómico de Rewilding Spain, que ha creado la primera escuela de resineros en Torremocha del Pinar.

Durante un año, ocho alumnos van a conocer todo el proceso para el resinado, los cuales están contratados gracias al apoyo la Fundación Biodiversidad, dentro del proyecto Bosque Innova, convirtiéndolo así en el primer centro de formación especializada en esta profesión en Castilla-La Mancha.

Se han recibido más de 40 currículos de los cuales se seleccionaron a 8 personas, “principalmente buscando a gente que pudiera dedicarse a estos trabajos forestales a posteriori y lo pudieran ver como un modo de vida, y también intentando dar prioridad a gente del territorio, entre otras cosas porque la vivienda es uno de los problemas que hay traer gente de fuera no siempre es fácil”, señala Rodríguez.

Estos ocho alumnos ya han empezado su formación y están aprendiendo trabajos forestales que van desde el desbroce, uso de motosierra, desbrozadora "y luego todos los trabajos que tienen que ver con la resina", es decir, las diferentes labores que tienen que hacer durante todo el año para poder resinar.

"La escuela lo que pretende es que, de las ocho personas que están formándose, alguno de ellos se pueda incorporar como resinero en la zona", destaca.

Los participantes están contratados con un salario por encima del salario mínimo y 30 horas semanales de trabajo que, además, se intentan complementar con otros trabajos forestales, como son la recogida de piñas, y además, añade que la resina que los alumnos saquen de sus matas se les va a gratificar "como un bonus a su salario para intentar que tengan un salario digno para hacer este aprendizaje".

A lo largo de este año entero de formación, desarrollarán las labores de todo el ciclo de la actividad resinera, con una temporada que va de febrero a noviembre, todo ello en la zona de Torremocha del Pinar.

“Empezaron en enero y febrero trabajos forestales. Ahora están aprendiendo el desroñe preparando los pinos hasta el mes de mayo aproximadamente. Entonces se empezará a picar, a producir resina hasta octubre o noviembre y entre medias se recoge la resina un par de veces, una en verano y otra a final de temporada normalmente”, expone Rodríguez.

La escuela cuenta con dos profesores, Jesús Palacios, quien se encarga de enseñarles las labores forestales, y Kevin Villena, quien enseña trabajos de resinación.

“Esto tiene muchas posibilidades. Es una opción de trabajo en el campo, cerca de la zona en la que vivimos y con potencial en el futuro, porque hablamos de que es un producto renovable, el pino lo podemos trabajar hasta 25 años”, explica Kevin Villena, quien lleva cinco años como resinero en esta zona.

Villena señala parte de los alumnos que están en la escuela "están valorando ya montar una cooperativa para poder dedicarse a esto".

"Cualquiera, de cualquier edad, puede dedicarse a ello, ya que no es un trabajo que requiera de una técnica que precise mucho tiempo de conocimiento”, añade este profesor.

En este sentido, Rodríguez reconoce que “lo fundamental es que te guste vivir en el mundo rural, trabajar en el campo al aire libre y en soledad muchas veces".

"Hay una parte física importante, pero también psicológica importante de estar solo en el monte”, señala Rodríguez.

Los alumnos de la escuela tienen perfiles variados, pero cumplen este requisito que indica Basilio Rodríguez. Es el caso de Ana y Noemí. Socióloga en el caso de la primera, se animó a participar ante un parón en un proyecto del que está pendiente y animada por su amor al monte.

Por su parte, Noemí, que es ingeniera forestal y vecina de la zona, afirma que le parecía "interesante conocer el oficio de la resina" y aquí en esta escuela ha encontrado la oportunidad.

Rodríguez destaca que, más allá de un modo de vida en los pueblos que permite asentar población, el oficio de resinero ofrece una serie de beneficios añadidos para el monte, en su mantenimiento o vigilancia contra incendios, por los que estos profesionales no están cobrando.

“Al final, tener una persona en pleno verano trabajando en el campo en estos montes también te hace una labor de vigilancia bastante grande y el resinero es el primero que en caso de un conato de incendio no quiere que se le queme su mata. Estas externalidades positivas tampoco están valoradas por parte de la administración”, lamenta Rodríguez.

En esta zona, en localidades como Cobeta o Alcolea del Pinar, los resineros viven exclusivamente de este oficio, trabajando una media de 5.000 pinos, ya que, a diferencia de otras zonas donde hay labores agrícolas para complementar esta actividad, aquí solo hay forestales.

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