La ruptura entre Juan Carlos, Felipe y Letizia no tiene solución: "El culpable..."
Un artículo de Pilar Eyre publicado en exclusiva en Lecturas
Que la reina Sofía y la reina Letizia fueran vestidas del mismo color rosa bebé en un acto tan importante como la conmemoración del 50 aniversario de la llegada de la monarquía a España ha sido un acontecimiento de tal magnitud que ha ocupado páginas enteras, no solamente en la prensa nacional, sino también en la extranjera. Si los atuendos de las dos reinas hubieran sido blancos o negros no llamaría la atención, pero el hecho de que se trate de un color no habitual revela que estamos ante un gesto deliberado de una de las dos partes. En este caso podemos afirmar que primero fue la suegra y luego Letizia.
La reina Sofía llevaba un modelo a medida de Alejandro de Miguel, un vestido cuidado hasta el último detalle, discreto, elegante, muy apropiado para la ocasión y en un tono rompedor que daba alas a la austeridad del corte. Es lógico pensar que la confección del dos piezas ha llevado semanas o meses.
Sin embargo, Letizia solo tuvo que echar un vistazo a su armario, se fijó en el color de un traje que había llevado en Estados Unidos, se dijo “¡Oh, es igual que el de mi suegra!” y lo eligió para ese día. La verdad es que no le quedaba muy bien, según el diseñador Juan Avellaneda “al lado de su marido se la veía empequeñecida “.
La sorpresa de Sofía
Y aquí entramos en el meollo de la cuestión ¿por qué lo hizo? Hemos leído todo tipo de explicaciones, ¡que se trata de un guiño cariñoso de nuera a suegra! ¿Cómo va a ser un guiño amistoso vestirte con el mismo color de la principal homenajeada? ¿Cómo Letizia no se dio cuenta de que así solo conseguiría restarle brillo y protagonismo a su suegra? No comprendo las intenciones de nuestra reina, y no hemos dejado de advertir la sorpresa de Sofía en el Palacio Real, que disimuló rápidamente en su línea habitual de no crear conflictos con su adorado hijo.
Porque era su gran día, es cierto, aunque en algunos momentos pareció que se le rendía un homenaje con la boca pequeña. ¿Qué sentido tenía darle el Toisón de Oro a la reina Sofía al mismo tiempo que a tres señores políticos? ¿Es que la reina no tiene categoría suficiente para protagonizar ella sola una entrega de medallas? ¿No han merecido tantos años de sacrificio un reconocimiento individual, personal e íntimo del rey, que al mismo tiempo se trata de su hijo?
Otra circunstancia que me llamó la atención fue que no dijera unas palabras de agradecimiento a esta distinción, como sí hicieron los otros homenajeados. Una simple frase además de ese “thank you” apenas musitado cuando Felipe le prendió la condecoración en el pecho, hubiera resultado enternecedor.
El estilismo de las nietas
Aunque fue un momento especial, la verdad es que no vi emoción en casi ningún rostro. ¿Había un intento deliberado de rebajar la solemnidad de acto? Lo cierto es que la vestimenta de Leonor y Sofía así lo apuntaba. Creo que deberían haber ido más arregladas, con traje pantalón granate enseñando una camisetilla para la heredera, como si fuera a la oficina, y una extraña pieza asimétrica para la infanta Sofía, no eran apropiados para una ceremonia solemne en el Palacio Real a la que su abuela no podía ir más elegante, con traje largo y joyas importantes.
Las dos princesas son muy guapas pero no podemos seguir diciendo hasta el infinito que es muy complicado vestirlas porque están en una edad difícil. ¡Solo hay que ver lo monas que van las chicas de su edad a bodas, por ejemplo! ¡Urge que contraten una estilista joven y moderna para ellas!
Una comida para resarcirse
Tampoco me gustó que en los posados se deje a la anciana reina en una punta, desarbolada, como si fuera un simple subsecretario de estado. La educación tiene que estar por encima del protocolo y las señoras mayores siempre tienen preminencia. Y, además, en sentido estricto, ¿no es reina también Sofía? Pues su posición debe ir a la par que la de Letizia.
Por cierto, me parece inexplicable que en la ceremonia de la entrega del Toisón no hayan estado las infantas, las hijas de la reina. La única explicación que se me ocurre es que Elena y Cristina sí fueron convocadas, pero se negaron a asistir porque no invitaron a su padre. Claro que al día siguiente la reina Sofía pudo desquitarse, ya que a la comida del Pardo fue “su gente”, 60 personas, incluido su marido, el rey Juan Carlos, que tan feas palabras le ha dedicado a su nuera en su libro.
Según una fuente de total confianza, “el deterioro en la relación padre, hijo y nuera es absolutamente irreversible”. En el Pardo Letizia estuvo en precario porque todos eran del partido de su suegro, desde sus hijas y nietos, hasta los griegos, recordemos que él los subvencionó muchos años y eso no se olvida. Poco sabemos de esta reunión, ya que, aunque se tomaron fotos, se rogó que no se subieran a las redes sociales. Incluso desconocemos si Letizia estuvo cinco minutos o cinco horas porque al parecer utilizó una puerta posterior para marcharse.
Lo que sí ha quedado claro una vez más es que ella no es la causante del distanciamiento entre Felipe y su padre. El culpable ha sido el propio Juan Carlos, primero llevando una vida paralela a la familiar y ahora echando más leña al fuego con estas memorias.