Inminente fatal desenlace: despliegue de varios médicos y sacerdotes en Zarzuela

La preocupación es extrema. La reina Sofía está desbordada por la situación
El núcleo duro de la reina Sofía en su dolor: de su hermana al papel de su secretaria Laura
Inminente fatal desenlace: despliegue de varios médicos y sacerdotes en Zarzuela

Según recoge EsDiario, la reina. Sofía afronta este 2025 el que probablemente sea el verano más amargo de su vida. En Zarzuela, entre el silencio de los pasillos y el murmullo constante de médicos y enfermeras, se libra una batalla silenciosa: la de Irene de Grecia contra el implacable paso del tiempo. La hermana pequeña de Doña Sofía, su confidente y su mayor apoyo desde la infancia, atraviesa un delicadísimo estado de salud a sus 83 años que la ha obligado a renunciar incluso a Mallorca, ese refugio estival donde cada año encontraba paz entre el mar y el ambiente balear.

La conocida como “tía Pecu” permanece instalada en La Zarzuela, que se ha convertido en su fortaleza, equipada con todo lo necesario para ofrecerle la máxima comodidad. Según ha revelado Pilar Eyre, los cuidados son constantes: médicos pendientes las 24 horas, varias enfermeras de guardia y la presencia frecuente de sacerdotes, tanto católicos como ortodoxos, que la acompañan espiritualmente en este proceso. A su lado, siempre, Sofía de Grecia, que presencia día tras día el lento declive de su hermana y mejor amiga. La Reina Emérita, cuentan, no logra contener las lágrimas y se rompe con facilidad, consciente de que se acerca un desenlace inevitable.

Esta angustia ha encendido todas las alarmas en su entorno más íntimo. La preocupación no es solo por Irene, sino también por la propia Doña Sofía, cuyo estado anímico —y físico— se resiente visiblemente. Sus hijas, Elena y Cristina, lo saben y por ello han decidido turnarse este verano para acompañarla. También lo ha hecho el Rey Felipe VI, tal y como ha podido constatar ESdiario. Mientras una viaja con sus hijos, la otra se instala en Zarzuela y asume el mando de un operativo complicado, pero necesario. “Doña Sofía está a su lado, pero está mal tanto anímica como físicamente”, apunta Eyre, quien asegura que la angustia de la emérita se centra ahora en el incierto otoño que se avecina.

Hace años, la propia periodista desveló que Irene padecía el llamado “mal del olvido”. Nunca hubo confirmaciones oficiales, pero las evidencias hablan por sí solas: sus apariciones públicas se fueron reduciendo hasta desaparecer casi por completo y, en las últimas imágenes que trascendieron, se la vio en silla de ruedas, prueba de que también su movilidad se ha visto comprometida.

No obstante, la versión oficial trata de transmitir calma. Tal y como publica el portal Informalia, Mari Ángeles Alcázar, otra de las voces autorizadas en materia de Casa Real, señalaba recientemente que la situación de Irene es “delicada” pero no “alarmante”. Asegura que su ausencia de Mallorca responde únicamente a la recomendación médica de no someterse a viajes y confirma que, pese a todo, sigue siendo una mujer fuerte, con días mejores y días peores.

Pero lo que no se puede disimular es la herida emocional que todo esto está dejando en la Reina Sofía. A sus 86 años, acumula pérdidas, desengaños y duelos que se suman a este nuevo golpe. El deterioro de Irene no solo significa el dolor de ver apagarse a su hermana, sino también la sensación de que una parte esencial de su propia vida se le escapa de las manos. De ahí que su entorno hable ya de una gran preocupación no solo por la salud de Irene, sino por el desgaste que está sufriendo la propia emérita, que trata de mantenerse en pie mientras asiste a la despedida más dura de todas: la de su compañera inseparable.

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