Sale la dura confesión de José Fernando sobre la muerte de Michu meses después

El hijo de Ortega Cano y de Rocío Jurado habla por primera vez desde el fallecimiento de su ex y madre de su hijo. Sus palabras lo dicen todo
En la imagen de archivo Michu, José Fernando y José Ortega Cano
En la imagen de archivo Michu, José Fernando y José Ortega Cano

Según recoge EsDiario, la tragedia golpeó al clan Ortega en pleno verano y dejó un silencio que todavía retumba. La muerte de Michu, con solo 33 años, cayó como un mazazo imposible de encajar. Llevaba años sorteando una dolencia congénita del corazón, viviendo al ritmo irregular de un marcapasos que se instaló en 2017 como quien abre una última ventana a la esperanza. Pero no hubo margen: tres infartos seguidos terminaron con su vida en presencia de su hija de ocho años, la niña que tuvo junto a José Fernando. Un final cruel y abrupto que obligó al hijo de Ortega Cano a obtener, casi a contrarreloj, un permiso especial del centro psiquiátrico donde continúa su tratamiento para poder despedirse de la mujer que marcó su vida y acompañar a la pequeña en el primer impacto del duelo.

De puertas afuera, José Fernando mantiene ese perfil hermético que siempre le ha acompañado; no vende exclusivas ni se presta al carrusel mediático familiar. Pero sus palabras —escasas, medidas, desgarradas— son las que más pesan. Y su último movimiento en redes, cuatro meses después del adiós, ha vuelto a sacudir el tablero emocional de la familia. Mientras él continúa su lucha contra las adicciones en un centro especializado, la custodia de su hija sigue en manos de Ortega Cano y de Gloria Camila, a la espera de que un juez determine si deben respetarse o no las últimas voluntades de Michu, que apartaban a la familia materna del cuidado de la menor. El tiempo jurídico avanza lento; el dolor, no.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una publicación compartida de Jose Fernando Ortega Mohedano (@jfernando_ortegamohedano)

En medio de esa espera, José Fernando ha decidido abrir su álbum íntimo. Ha rescatado fotos desconocidas, imágenes de una felicidad ya irrepetible, y las ha lanzado a la red como quien envía mensajes a un lugar que no aparece en ningún mapa. “Uno para el otro”, escribe al pie de una imagen en blanco y negro donde ambos parecen suspendidos en un instante que hoy duele más que nunca. En otra, más directa, más cruda, sentencia lo que todavía late en él: “amor incondicional”. Una forma de reivindicar que lo suyo con Michu, con sus luces y sus sombras, fue —y sigue siendo— algo que él considera “eterno”.

No es la primera vez que José Fernando rompe su silencio. Días después de la muerte de Michu ya escribió uno de los mensajes más desgarradores que se recuerdan: “Siempre serás nuestro amor. Nunca olvidaré lo que nos diste a tu hija y a mí. Tu sonrisa, tu voz, tu forma de vivir… Descansa y brilla como nunca. Te amamos, mami”. La herida sigue abierta. Las fotos, ahora, no son un homenaje: son un ancla. El intento desesperado de un hombre joven, frágil y roto, por no perder del todo a la mujer que fue el gran amor de su vida.

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