Los amigos de Carlos Ferrando declaran la guerra a las Campos: "Que les den por saco"

Según recoge La Razón, el mundo del periodismo se despedía el pasado miércoles de Carlos Ferrando, uno de los rostros más populares de la pequeña pantalla. Falleció a los 76 años y se encontraba en buen estado de salud, según sus más allegados, que se han despedido de él en el tanatorio. Entre ellos se encontraban nombres muy conocidos de la crónica social como Bibiana Fernández, César Henrich, Charo Reina o Lydia Lozano, que no ha podido evitar romper a llorar al recordar a su buen amigo.

“Ha sido de los periodistas amigos con los que más me he reído, siempre se estaba riendo. Todo el mundo le quería”, comentó la periodista a las puertas de la casa funeraria. Unas condolencias públicas a las que también se ha sumado Terelu Campos, que quiso compartir su pesar por la muerte de Ferrando a través de sus redes sociales.

“Hace pocos minutos me he enterado del fallecimiento del periodista Carlos Ferrando. Me quedo en shock porque ha sido algo inesperado. Tuve la oportunidad de trabajar con Ferrando en muchos programas que dirigía y presentaba mi madre, como en el de esta foto, ‘¡Qué tiempo tan feliz!’ Pues sí, qué tiempo tan feliz porque en esta imagen ya hay 3 grandes ausencias. Primero la de Mariñas; después, mi madre; y ahora tú, Carlos. Sin duda la prensa del corazón de este país no hubiera sido lo mismo sin ti, querido Carlos”, ha expresado una emocionada Terelu Campos.

Unas bonitas palabras que, sin embargo, parecen haber provocado la furia de los más allegados a Carlos Ferrando, que cuestionan a las Campos por no haberse presentado en el tanatorio del periodista al que, ellas dicen, guardan tanto cariño.

“Es una falta de ética, de profesionalidad y de todo”, ha comenzado diciendo un enfadado Sergio Alís, que señala directamente a Terelu Campos por su ausencia en el último adiós a Carlos: “Si estás en Málaga te coges un Ave y te presentas aquí, porque tienes dinero, y si tienes problemas económicos pues déjate de contratar un chófer y coge un taxi como hace tu hija. Es que yo sinceramente, esas cosas no las puedo entender. Además, sé que está en Madrid”.

Alís ha seguido con su retahíla de improperios contra las Campos, a las que tacha de “petardas” y manda “a tomar por saco”, dejando claro que, bajo su punto de vista, en el gremio la única a la que se respetaba era a María Teresa Campos: “Para mí el apellido a ella le costó un huevo subirlo y mantenerlo y se lo están cargando por todos los lados”.

El diario secreto de Carlos Ferrando despierta todas las alarmas entre los famosos

Además, La Razón, ha desvelado que Carlos Ferrando estuvo escribiendo un diario hasta los últimos días de su vida, unas impresiones que pueden levantar ampollas si salen a la luz. Porque el periodista, aunque ya publicó sus memorias hace años, se dejó muchas cosas en el tintero, quizá las más explosivas y que podrían despertar las alarmas en muchos de los famosos a los que trató en sus décadas de trayectoria profesional. Porque no era un simple periodista, sino también confidente y amigo de grandes personajes mediáticos. Y valía más por lo que callaba que por lo que publicaba.

Tras su muerte se desconoce quien ha “heredado” ese diario, aunque, presumiblemente, estará el manos de alguno de sus más íntimos, seguramente el que fuera su gran amor, hoy casado con otro hombre, César Heinrich. Los dos mantuvieron una relación de cariño sincero a lo largo de la vida de Ferrando. El amor dio paso a una amistad indestructible, y, de hecho, Carlos vivía en un pequeño piso que le alquiló por una cantidad simbólica César en el madrileño.

Llevaba una vida sencilla, su economía ya no le permitía los alardes dinerarios de antaño, y ya no se le veía, como hace años, en las fiestas más importantes de la capital de España. Pero nunca perdió la alegría y el sarcasmo que le caracterizaba, escondía sus pesares y miraba al futuro con optimismo.

En su círculo más íntimo, tres nombres que primaban sobre los demás, César, Alejandra Grepi y Karmele Izaguirre, fieles escuderos de quien se codeó en sus mejores tiempos con las figuras más importantes del panorama artístico. Clavaba el aguijón, de hecho le bautizaron como “la avispa”, en sus artículos, pero luego sabía sortear con infinita soltura las consecuencias que le traían sus escritos. Fue un maestro para todas las generaciones futuras de la prensa del corazón. Eso no se lo quitar nadie.