Enfrentamiento con Irene Urdangarin y sus planes: Letizia la expulsa de Palacio

Según recoge EsDiario, Irene Urdangarin, la nieta más discreta de la Familia Real, vive un momento de incertidumbre. Su etapa como estudiante en Oxford, donde actualmente cursa organización de eventos tal y como les hemos venido contando en ESdiario, parece pender de un hilo. No era su primera opción. Antes había intentado ingresar en la Universidad de Lausana, con la intención de formarse en Dirección Hotelera. Fracasó en las pruebas de acceso y con ello se esfumó su plan de quedarse en Ginebra otros cuatro años, lejos de la corte, del ruido… y de los Urquijo.
El destino, sin embargo, parecía tener otros planes. Al no tener claro qué rumbo tomar, Irene hizo las maletas y se trasladó al Palacio de la Zarzuela. Aquello desató una tormenta. El Rey Felipe VI intentó imponer serenidad, pero la Reina Letizia lo vivió como una invasión. En el interior del recinto, el Pabellón del Príncipe es territorio de los reyes; el resto del palacio, técnicamente, pertenece a toda la familia Borbón. Pero eso no impidió que la Reina sintiera que Irene estaba cruzando una línea invisible. Su sobrina, sin embargo, decidía vivir son su abuela, la Emérita Sofía.
Doña Letizia sospechaba que Irene no pensaba marcharse. La veía demasiado cómoda, demasiado relajada. Su voluntariado en Camboya apenas duró un mes, y tras su regreso, las noches madrileñas y la cercanía con Victoria Federica la fueron envolviendo en otro estilo de vida. Fue entonces cuando reapareció Juan Urquijo. Viejo conocido de la familia, su relación con Irene floreció entre cenas discretas y encuentros furtivos en la capital. Ahora son pareja.
Con la llegada del verano, Irene ha vuelto a Zarzuela. Ha preferido evitar Ginebra y quedarse en Madrid, cerca de Juan. Ambos planean unas vacaciones juntos, con la idea de visitar Palma de Mallorca y compartir unos días con la Reina Sofía. Pero hay un problema que no han sabido o no han querido ver.
Doña Letizia se ha plantado. En Marivent, mientras ella y sus hijas estén presentes, Irene no es bienvenida. Así se lo ha hecho saber. No ha habido comunicados oficiales, pero sí advertencias firmes y tajantes. “Que no vengan, por favor”, han transmitido desde el entorno más próximo a la Zarzuela. No es solo un asunto logístico: es una cuestión de control, de imagen y de líneas que, para Letizia, no deben cruzarse.
La Reina Sofía, como cada año, se enfrenta a un verano amargo. Mira el Palacio de Marivent como quien contempla una casa vacía. La familia vuelve a estar rota. Otra vez, no podrá reunirlos a todos. Otra vez, Letizia impone su voluntad. Y esta vez, la exclusión tiene nombre y apellido: Irene Urdangarin.