El Albacete Balompié vuelve a ser el equipo más goleado de la Segunda división

La derrota frente al Deportivo de La Coruña devuelve al Albacete al lugar más incómodo de la categoría: el de conjunto más goleado. Con 27 tantos encajados en 16 jornadas, la fragilidad defensiva se ha convertido en el principal lastre del equipo de Alberto González.
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El paso de las semanas no ha mitigado la herida defensiva del Albacete Balompié. Al contrario: cada jornada confirma que el equipo atraviesa un problema estructural que le penaliza con dureza y condiciona su rumbo en la competición.

El revés por 0-2 ante el Deportivo de La Coruña no solo supuso otro partido sin puntuar, sino que certificó un dato que ya se intuía desde hace tiempo: el Albacete Balompié es, otra vez, el equipo más goleado de la Segunda División. Los 27 goles en contra en 16 jornadas disparan todas las alarmas y sitúan al conjunto manchego en una posición delicada, con una media de 1,68 tantos encajados por encuentro, una cifra demasiado elevada para un equipo que aspira a estabilizarse en la categoría.

Lo más inquietante para el cuerpo técnico es que el problema no se limita a episodios puntuales o desconexiones aisladas. La acumulación de fallos atrás evidencia que existe una debilidad estructural, tanto en defensa posicional como en la gestión de los momentos sensibles de cada partido. A pesar de haber recuperado a futbolistas importantes como Jesús Vallejo o Pepe Sánchez, la zaga continúa mostrando una vulnerabilidad que convierte cualquier llegada rival en una amenaza real.

En el encuentro ante el Dépor, los errores se repitieron con un patrón conocido: dificultades para cerrar rechaces, problemas en el marcaje dentro del área y poca contundencia en los balones divididos. Esta falta de solidez hace que el Albacete necesite generar mucho más que sus rivales para competir los partidos, condenándolo a navegar siempre a contracorriente. El equipo sufre especialmente cuando encaja primero, un escenario en el que le cuesta revertir la dinámica y recuperar confianza.

El mes de competición previo ha sido igualmente duro. El Albacete apenas ha sumado seis puntos de quince posibles, con un balance que refleja irregularidad y que lo ha acercado peligrosamente a los puestos de descenso. En varias de esas jornadas el equipo compitió de forma aceptable en la parcela ofensiva, pero la defensa volvió a ceder en momentos clave, borrando cualquier oportunidad de sumar con continuidad.

La presión crece por varios frentes. Por un lado, la clasificación empieza a estrecharse. Por otro, el equipo necesita romper cuanto antes una dinámica que, de prolongarse, podría comprometer seriamente la planificación deportiva. En el club existe conciencia de que el sistema defensivo debe fortalecerse de manera inmediata, ya sea mediante ajustes tácticos, cambios de nombres o una revisión del modelo de juego para proteger más la retaguardia.

El entrenador Alberto González ha insistido en que el equipo trabaja para recuperar la solidez perdida. Sin embargo, el paso de las jornadas evidencia que el margen de mejora debe acelerarse: cada error atrás suele acabar en gol, y cada gol encajado erosiona un poco más la confianza de un vestuario que necesita resultados urgentes para no quedar atrapado en la zona baja.

La afición, por su parte, reclama una reacción firme. El Carlos Belmonte, tradicionalmente un bastión para el equipo, ha vivido ya demasiados partidos con sensación de fragilidad defensiva. El Albacete, un club acostumbrado a competir con dignidad incluso en temporadas complejas, busca ahora reencontrarse con una identidad basada en la solidez, la concentración y la competitividad.

Con todavía más de medio campeonato por disputarse, el margen de recuperación existe. Pero para que el Albacete pueda mirar hacia arriba, antes deberá cerrar la herida que lo acompaña desde agosto. Ser el equipo más goleado de Segunda no es una estadística menor, y revertirla se ha convertido en el principal desafío para continuar creyendo en la permanencia.

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