Y se creía muy listo

Cristóbal Montoro, al igual que Rodrigo Rato, se creía muy listo. Eran los dueños de los dineros de los españoles. Porque Hacienda no somos todos, es del ministro de turno que inspecciona las declaraciones de unos, mientras que, a los otros, sus protegidos, les perdona todo.

Ambos ministros de Aznar, y Montoro también de Rajoy, se permitían hablar en un tono altanero. Incluso, amenazar desde el escaño, en el caso de Cristóbal, con inspecciones fiscales a quienes no le bailaban el agua. Casualidad o destino merecido; el caso es que van a acabar los dos en la cárcel. Lo que nunca imaginaron que llegara a sucederles, ellos, tan listos.

De la larga lista de ministros del PP que han acabado procesados por llevárselo crudo, el caso del exministro de Hacienda lleva camino de convertirse en el escándalo más monumental. Y todo porque detrás de él van todos los altos cargos del departamento que ahora ocupan (el consabido salto de la Administración a cargos directivos de las altas empresas) puestos claves en IBEX.

Abalos, Cerdan y compañía, deben estar frotándose las manos creyendo que “la mancha de mora con otra se quita”. Ahora hemos pasado del escándalo del PSOE al del PP y así con el “y tu más” ya tenemos distracción política hasta agosto. Porque a nadie parece preocupar la rabia, la impotencia, el hartazgo de los millones de españoles que acaban de cumplir con el fisco en estas fechas, viendo el destino del dinero que, supuestamente, va destinado a mantener el Estado, y que acaba en los bolsillos de políticos sinverguenzas.

Y las cantidades no son menores. Se habla de millones robados de las arcas públicas. Es como si la dedicación a la política no fuera más que la puerta de entrada al enriquecimiento ilícito o a pagar sexo.

Como la Justicia es tan exasperantemente lenta en este país, tendremos que esperar años hasta ver la sanción penal de quien se creyó el amo del dinero ajeno, mientras se permitía dar lecciones de honradez y castigo a defraudadores. Cuantos particulares y empresas han sido sancionados porque no eran complacientes con el intocable Montoro.

Compañeros del mundo de la información están denunciando su persecución, pero los inspectores de Hacienda llamaron a muchas puertas de las más diversas profesiones mientras Montoro decretaba la amnistía fiscal para los grandes defraudadores.

¡Que asco!