Ridículo persistente
Lo de ir, cada no sé cuantas semanas, a la Unión Europea, a pedir que el catalán sea declarado oficialmente una lengua, y así poder pagar a una docena de traductores --paga España, claro-- es ridículo y, su persistencia, sumamente estúpida.
En la Unión Europea hay 24 idiomas oficiales, desde el maltés al esloveno, y creo que la sala de traductores van a tener que ampliarla, porque no cabe uno más. Pero es que, aparte de las oficiales, en Europa se hablan más de medio centenar de lenguas, minoritarias, que van desde el turco de Chipre al serbio de Croacia; desde el neerlandés flamenco de Bruselas, al luxemburgués de Luxemburgo; o desde el frisón de Países Bajos, al groenlandés de Dinamarca. Si se abre el melón de ampliar las lenguas oficiales, la melonada va a ser de escándalo, y ya veo a los suecos pidiendo que se oficialice el torneladiano.
El chico de los recados se llama José Manuel Albares, y es ministro de Asuntos Exteriores de España, te lo juro de mi madre, que dicen en Modorro de los Infantes. Y, de vez en cuando, Pedro I, el Mentiroso, le pide que se ponga el uniforme de criado del separatismo catalán, y allá que va, a Bruselas, a pedir de nuevo lo que le han negado otras veces. Ni siquiera los hijos de la Gran Bretaña, cuando estaban en la Unión Europea, se atrevieron a pedir que el escocés o el galés fueran idiomas oficiales, porque en el Parlamento del Reino Unido no hacen el ridículo, poniéndose pinganillos para escuchar la traducción de la lengua de Gales o de Escocia, y se entienden todos en inglés, no como en España que, teniendo el problema resuelto, han creado tres problemas más.
Al fin y al cabo, ya sabíamos que el Gobierno hace el ridículo, pero se queda en casa. Lo malo es que va el chico de los recados de los separatistas, Albares, y se dicen los diputados, unos a otros, "Ya está el pelma del español, intentando contagiarnos el ridículo que tienen en su casa". Igual, me equivoco, y le dicen que sí, pero entonces no me extrañará que los lituanos pidan que el ruso -que se habla en Lituania- sea también lengua oficial. El ridículo es muy contagioso.