Un relato impostado
Hay un relato que se extiende como una mancha de aceite, impulsado por intereses concretos: se intenta delegar la responsabilidad de un declive. Y sobre todo se extiende entre mentes aceleradas sin tiempo para pensar las cosas un poco más despacio.
Ese relato achaca todos los males de la izquierda a lo "woke". Tan sencillo como eso. Sencillo pero también falso.
Lo primero que debería llamarnos la atención para descubrir la falsedad de ese relato, es que los males de la izquierda comenzaron mucho antes de que entre nosotros se conociera o se utilizara la palabra "woke". Y ese decalaje temporal tan notable, en que pudimos ver con nuestros propios ojos cómo todos (o casi todos) los partidos socialistas "oficiales" europeos se hundían en la insignificancia sin que todavía lo “woke” apareciera en el horizonte (ni en el vocabulario), ya nos dice que la relación causa-efecto entre ambos fenómenos no se sostiene.
No es lo "woke" lo que ha hundido la socialdemocracia en Europa. Ya estaba hundida cuando esta palabra se puso de moda. Y para confirmar esto no tienen más que echar un vistazo a la deriva histórica de esos partidos "socialistas" oficiales europeos, en un momento sin duda llamativo en que los vemos a todos ellos caminar de consuno a su harakiri colectivo, al asumir el pensamiento único y excluyente del catecismo neoliberal. Ese famoso "No hay alternativa" (dicen que Margaret Thatcher es su autora) que implica a su vez que esos partidos "socialistas" dejaron efectivamente de representar ninguna alternativa, y ante la indiferenciación, desaparecieron o degeneraron en amalgamas extrañas y disimuladas, como la que representa el anagrama PPSOE.
Esclarecer por tanto las causas de ese suicidio colectivo es lo que más debería interesarnos, a nosotros y a ellos, y desde luego no tiene nada que ver con lo “woke".
El momento histórico de ese declive y el momento "woke", no coinciden. Además lo "woke", como bien explican otros, no significa otra cosa que la defensa de la vida frente a la muerte, la defensa de los derechos humanos, entre los que se cuentan los derechos de la comunidad LGTBI, la defensa del feminismo, la lucha contra el racismo y la xenofobia, y todo ello integrado en la lucha inacabada por los derechos laborales y sociales, que efectivamente han sufrido un retroceso pero por otras causas que a continuación explicamos.
No, lo que ha hundido a la socialdemocracia europea y a los derechos laborales y sociales hasta ese momento conquistados, es el contagio neoliberal de líderes decisivos y decisorios como Felipe González, Tony Blair, y otros cuantos.
Ellos son los auténticos responsables del hundimiento de la socialdemocracia en Europa, de las privatizaciones a tutiplén, del recorte y saqueo de lo público, de las puertas giratorias como compensación al que traiciona y vende lo público, de hacer el trabajo sucio a la derecha, y de la merma del Estado del bienestar.
También, de una rápida extensión y una notoria participación en la lacra de la corrupción, tradicionalmente asociada a la derecha más rancia, facilitada esa corrupción y amplificada por la desregulación neoliberal.
Al compartir un mismo catecismo neoliberal y desregulatorio con la derecha, han acabado compartiendo también su corrupción.
Y no tienen más que fijarse en las dificultades de las que ahora mismo somos testigos para investigar e imputar a los corruptores, en los casos de corrupción que se siguen produciendo.
Si además de todo esto, y como ocurre en el caso de España, los vemos a esos "socialistas" oficiales apoyando monarquías rematadamente corruptas, el cuadro se completa y conduce al desprestigio total. Que como vemos no tiene nada que ver con lo "woke", sino con la decisión y la dirección marcada por determinados líderes.
El periodo probablemente más oscuro y desmotivador del socialismo europeo precedió a lo "woke" como objeto de debate, y tiene mucho más que ver con la barra libre del pensamiento único (valga el oxímoron) que impulsa la caída del muro de Berlín, momento histórico en que la plutocracia descubre que ya no tiene nadie en frente que frene sus aspiraciones de dominio total, convencida de que la Historia se ha detenido a su favor: o sea, a favor de los más ricos.
Y todo esto pudo ocurrir porque algunos de esos líderes "socialistas" "oficiales" y europeos, ostentaron mucho poder, pero lo utilizaron para hacer el trabajo sucio de la derecha.
Recordemos como recordatorio de ese poder, que Tsiki Benegas llamaba "Dios" a Felipe González, al tiempo que Alfonso Guerra amenazaba que quien se movía no salía en la foto.
Tony Blair por su parte se codeaba ufano y satisfecho con los promotores de los peores crímenes de guerra contra el pueblo de Irak: Bush, Aznar, Berlusconi, todos ellos representativos de la derecha más rancia y mortífera.
En esa linea del "contagio neoliberal" de la socialdemocracia europea y española, contagio suficiente para hundirse en el mayor de los descréditos, llegando en muchos casos a la desaparición de los propios partidos (el PSOE de la estafa financiera de 2008 estuvo en esa trayectoria de hundimiento, si bien la llegada de Pedro Sánchez pareció tener un efecto rescate), debe interpretarse el maltrato sufrido durante décadas por los interinos de las administraciones públicas españolas, plenamente contagiadas esas administraciones "públicas" de aquel ideario extremista en su gestión de los recursos humanos.
Esos interinos (sanitarios, educadores, etcétera) de los que todos oímos hablar y de los que hemos recibido servicios durante décadas (también durante la pandemia), fueron y son -pues la estafa aún no se ha resuelto- trabajadores usados como objetos de usar y tirar, en muchísimas ocasiones tras muchas décadas de servicio público en régimen de abuso de temporalidad y explotación laboral.
Ese es el tipo de cosas que hunden a la socialdemocracia (o sea, a la falsa socialdemocracia) y no lo “woke".
Ahora Europa embarga a España bastantes millones de fondos europeos por no haber dado solución justa a esa estafa laboral cometida contra los interinos.
De hecho la única solución justa a una estafa de esa naturaleza y tan prolongada en el tiempo, solo puede ser la fijeza de esos trabajadores. La indemnización no compensa suficientemente tamaño abuso.
Es un ejemplo más o un síntoma más de que cierta socialdemocracia sigue ciega y obcecada en su declive, copiando patrones de explotación laboral de la derecha, todo lo cual tiene, como decimos, muy poco que ver con lo "woke", y bastante que ver con la conversión de algunos líderes al neoliberalismo, un extremismo ideológico y económico.