Un rayo de luz
Cuando a nuestro alrededor crecen las sombras sobre un régimen de la Transición que parece -gracias a las confesiones del rey emérito a Bárbara Rey- una película de Esteso y Pajares, y a ratos nos recuerda "El padrino" (extraña mezcla de mafia y garrulez), y donde lo que manda es la corrupción permitida, el latrocinio consensuado, la ocultación, y la mentira.
Donde incluso el Tribunal Supremo parece actuar al servicio de la derecha más rancia y retrógrada, confirmando el aserto del senador Cosido (del PP) cuando dijo a sus colegas precisamente eso, que ese tribunal, que ellos "toquetean por detrás", está a su servicio, o incluso resulta operativo para prestar eficacia a los bulos y mentiras de Ayuso y su jefe de Gabinete...
Cuando el propio rey emérito en sus confidencias torpes a su amante dice para describir la situación (o sea su régimen): "corruptos todos"... "me puede llegar también a mí"... "mejor que cierren las comisiones de investigación, y Felipe y Aznar hagan un pacto"...
Cuando todo apunta a que los principales perjudicados de esta película cutre que se llamó la Transición (y desde el principio) son la democracia y el dinero público de todos los españoles (el que sale de nuestros bolsillos), destinado a pagar generosamente y con cantidades millonarias silencios y amantes, enriquecimientos ilícitos, y herencias opacas...
Cuando como digo, todo este panorama se perfila y nos describe, no la cara oculta de la luna, a miles y miles de kilómetros, sino la cara oculta del régimen, a dos pasos de nuestras narices, a pesar de lo cual muchos conciudadanos nuestros aplauden con las orejas y opinan que nuestro principal problema es la inmigración y no la corrupción institucionalizada...
Cuando todo esto se junta para que sea más opaca la sombra y no deje resquicio a la esperanza, van los tribunales italianos y nos conceden un rayo de luz, dictando sentencia justa y humana en contra de su gobierno neofascista (el de Meloni) y ordenando la vuelta a Italia de los emigrantes atropellados en sus derechos.
Qué sería de nosotros sin estos pequeños rayos de luz, infrecuentes pero preciosos, que se filtran entre las nubes de tormenta y nos permiten seguir confiando en la justicia y la democracia, con su independencia de poderes, y en los derechos humanos como patrimonio de la Humanidad.