Repetir o no repetir

Repetir o no repetir, esa es la cuestión.

Uno de los debates actuales más candentes es si repetimos o no la Historia pasada. Es decir, se trata de averiguar si el dicho clásico que afirma que "el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra", es cierto o no.

Vemos los tiempos actuales tan oscuros, tan negros (el color del fascismo), que deducimos que estamos repitiendo, aunque en formato contemporáneo, los años treinta del siglo XX.

Si uno se asoma habitualmente a las páginas de opinión en la prensa, observará que desde hace un tiempo, este debate echa humo. Si un día un articulista sostiene razonadamente que estamos repitiendo la Historia (la Historia peor), al día siguiente otro afirma justo lo contrario y sostiene (también con razones) que todo lo que nos pasa hoy es totalmente novedoso. Lo cual, no cabe duda, es indicio de que el asunto no está claro y por tanto hay debate.

Como ejemplo de este debate, recomendamos aquí hace poco la lectura del artículo escrito por Siri Hustvedt (Premio princesa de Asturias de las letras) y publicado en El País del 18 de abril, titulado "El fascismo en Estados Unidos". Pero podemos recomendar igualmente, como contribución a este mismo debate, el artículo publicado este 5 de mayo, también en El País y escrito por Monika Zgustova, titulado "Estados Unidos, hacia el Estado policial".

"Monika Zgustová (Praga, 1957) es una escritora y traductora checo-española. Los temas de su obra de ficción giran alrededor del exilio, la pérdida de la identidad y la vida íntima de las personas en tiempos del totalitarismo". Nos informa la wikipedia. Es decir, Monika Zgustova ha conocido el totalitarismo y el Estado policial del bloque soviético, y por tanto está preparada biográfica e intelectualmente para identificar su reflejo especular en los Estados Unidos de Donald Trump. De eso va su artículo.

Lo cual es un ejemplo sobresaliente del meollo de este debate y puede servirnos de asidero para expresar nuestra propia opinión sobre esta polémica, que intenta dilucidar si repetimos o no repetimos la Historia.

Porque vemos claramente (como lo ven Siri Hustvedt y Monika Zgustova) que en los Estados Unidos de Donald Trump (al que tanto admira Díaz Ayuso), ejemplo teórico (los Estados Unidos) de democracia y libertad (que sin embargo en el exterior ha ejercido y apoyado frecuentemente el fascismo, lo cual era ya todo un síntoma premonitorio), se viven hoy los prolegómenos y primeras fases de una tiranía totalitaria, Estado policial incluido, al que se ha llegado a través de la plutocracia.

He ahí un ejemplo de cómo estamos repitiendo la Historia peor y más siniestra, pero con matices novedosos y rasgos contemporáneos.

En definitiva, estamos "descubriendo" (con mayor o menor sorpresa de unos y de otros) que el capitalismo desbocado y dejado a su aire (o sea, el neoliberalismo), nos lleva primero a la plutocracia y a través de ella a la tiranía totalitaria. Nada que ver con las previsiones de Fukuyama.

Hoy ya nadie se cree que la Historia se detuvo, y muchos empezamos a sospechar que la Historia se repite, reincidiendo en sus peores episodios... pero (y esto es importante) con rasgos novedosos, que por su propia naturaleza pueden ocultarnos lo esencial: el avance de la tiranía.

Una historia muy distinta a la que se nos ha querido contar, y que nos induce a reinterpretar aquel momento histórico en que se nos dijo que la Historia se había detenido y que ya no había "alternativa".

"No hay alternativa" es de hecho una frase de raíz y vocación totalitaria. Esa frase fue el elemento impulsor y aglutinador de lo que dio en llamarse el "pensamiento único", sostén del neoliberalismo, y criatura de un Occidente ya degenerado que paradójicamente se autodenomina democrático y "liberal". A partir de entonces, ese Occidente posmoderno empezó a nombrar obsesivamente (y a deteriorar) la palabra libertad, olvidando rápidamente sus raíces humanistas y el discurso de Pericles.

Esa frase se la debemos al parecer a Margaret Thatcher. Aunque otros señalan como autora de ese dictamen totalitario, impulsor del pensamiento único, a Ángela Merkel. En cualquier caso, ha sido la contraseña para la deriva imparable hacia la plutocracia actual, que impera no solo en Estados Unidos, sino también en Bruselas.

La caída del muro de Berlín, una magnífica noticia, puede ser reinterpretada por tanto como ese momento inaugural en que el totalitarismo se trasvasa desde el Este a un Oeste reaccionario y totalitario (en su versión neoliberal) ya libre de impedimentos. Un Occidente que nunca descartó del todo el fascismo. En España (país aliado) lo consintió y lo utilizó durante 40 años.

De ahí a la repetición de nuestra Historia peor, media poca distancia. Eso sí, no se trata ahora de un totalitarismo soviético, sino de un totalitarismo plutócrata y "libertario". Este último concepto como adorno retórico del chiste histórico que estamos viviendo.

Así que cuando Ayuso les hable de libertad "libertaria", ya pueden adivinar a qué se está refiriendo: un Estado policial gestionado por plutócratas, similar al de Donald Trump, su admirado líder.

Y el PP, como es sabido, sabe mucho de cloacas “patrióticas” y de Estados policiales.

POSDATA: Recordemos que en Gaza se está cometiendo un genocidio delante de nuestras narices. Mujeres, niños, inocentes, son asesinados a diario con total impunidad. La Europa “libertaria”, al parecer, no tiene nada que decir al respecto.